Cine y políticas en Argentina. Continuidades y discontinuidades en 25 años de democracia

Gustavo Aprea
Universidad Nacional de General Sarmiento – Biblioteca Nacional -Buenos Aires, 2008

El libro del investigador Gustavo Aprea se propone como una exhaustiva y al mismo tiempo sumamente condensada y precisa investigación, sobre las siempre complejas relaciones entre el cine y la política desde el período democrático que se abrió en nuestro país desde 1983. 
Como el subtítulo lo indica, Aprea trata de dar cuenta de las continuidades y discontinuidades que se han producido en el cine nacional, a lo largo del período. Una época, como señala el autor, absolutamente cambiante, signada por un momento de auge del cine de ficción con el advenimiento de la democracia; un momento posterior de una crisis severa y aguda –que colocó al cine argentino al borde de la desaparición-; y una etapa que aún estamos atravesando de resurgimiento del cine nacional, de la mano de una nueva corriente de jóvenes realizadores pertenecientes al movimiento llamado Nuevo Cine Argentino.
Las relaciones entre el cine y la política son abordadas en el libro desde múltiples ángulos: el análisis de las distintas maneras en que el Estado ha regulado, controlado e intervenido en la producción cinematográfica durante este período, dentro del cual la sanción de la Ley Nacional de Cine, número 24.337, de 1994, que le otorga la autarquía al INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), ocupa un lugar fundamental; el análisis de las diversas políticas estéticas que se han desarrollado, esto es, las distintas modalidades que el lenguaje cinematográfico adopta para construirse como discurso, o en otras palabras, la reflexión sobre las diversas y heterogéneas producciones del cine nacional de la etapa democrática desde su dimensión estética. Una diversidad de regímenes estéticos dan cuenta de la heterogeneidad del campo: como su autor lo indica, “no existe una sola estética cinematográfica y no todas las propuestas tienen el mismo peso dentro de los lenguajes audiovisuales” (p. 27).
Por otra parte, el libro se ocupa también del resurgimiento del nuevo cine militante social y político, en el capítulo “Las representaciones de la política”. Allí Aprea señala el lugar preponderante que ocupa el cine para considerar cómo la sociedad reconstruye diversos aspectos de su acontecer: cómo se elabora desde los filmes militantes el rol de la mujer, el lugar del trabajo y los conflictos sociales en el marco de vínculos neoliberales y las relaciones familiares, entre otros aspectos posibles. La dimensión específicamente política del cine es recuperada aquí en toda su magnitud.
Finalmente, Aprea intenta responder a los interrogantes formulados en la introducción, al dar cuenta de qué es lo que permaneció y qué es lo que cambió en estos últimos veinticinco años, en el ámbito del cine nacional. El panorama es muy complejo, las coyunturas han sido muy inestables. Más que puntos de contacto entre el cine argentino de 1983 y el de 2008, el autor encuentra discontinuidades, signadas por los cambios suscitados con el advenimiento de la tecnología digital, las dispares políticas estatales desarrolladas para los medios de comunicación audiovisual, caracterizadas muchas veces por la inacción y la ausencia de las mismas; y las diversas modalidades de representación del pasado reciente y del presente de los conflictos de nuestra sociedad.
El libro cuenta con una abundante y muy pertinente bibliografía y filmografía del período, sumamente útil para quienes estén interesados en profundizar sobre las problemáticas que vinculan la representación cinematográfica, la política y el papel del Estado.

Por Maximiliano de la Puente