critica
Tabloid

(Errol Morris, 2010)

Las películas de Errol Morris son esperadas con cierta ansiedad debido a que en los últimos años se ha vuelto uno de los referentes ineludible sobre la marcha del cine documental. Paralelamente a su labor como cineasta Morris se ha dedicado a la escritura, meditando en torno a la imagen y sus usos, participando activamente en diversos debates y publicando sus opiniones en un blog del New York Times. En ese contexto, Tabloid trae consigo novedades estilísticas como también una vuelta a sus tradiciones.
La historia de Joyce McKinney le permite a Morris volver a sus personajes luego de su “trilogía política”, compuesta por Mr. Death (1999), The fog of war (2003) y Standard Operating Procedure (2008). Aunque la primera de ellas se podría emparentar con sus trabajos anteriores, resulta obvio, a medida que el film avanza, que el personaje retratado no es un excéntrico como los de Fast, cheap & out of control (1997). En ese sentido, Tabloid vuelve a los personajes del film de 1997. De hecho, Joyce McKinney bien podría ingresar a la galería de retratados en su ciclo televisivo First Person (2000-2001). A ese ciclo Tabloid le debe bastante ya que mucho de lo que lleva a la pantalla grande fue experimentado, previamente, en la chica.
Esta película resulta una mixtura de géneros, lo cómico y lo trágico se funden en una historia de amor imposible. Joyce McKinney, ex miss Wyoming en la década de 1970, es una mujer enamorada y será capaz de hacer lo que sea para recuperar a su príncipe azul. Como por ejemplo contratar un avión privado, guardaespaldas, llevar consigo una valija de disfraces para cumplir su misión, secuestrarlo y llevárselo a Inglaterra para recuperar la pasión. El único inconveniente residió en que su supuesto amor eterno era un misionero mormón, y esto llevó a que dicha iglesia lo buscara y tratara de rescatarlo al precio que fuera.
Pero, como en todas las películas de Morris, las cosas no son tan simples. A su joven amante Joyce lo mantuvo maniatado en una cabaña donde ella “lo violó” en sucesivas oportunidades en el transcurso de los días. McKinney confiaba en que sólo el sexo podría lavarle el cerebro y hacerle olvidar todo lo aprendido en donde los Mormones.
Esta es la historia (¿graciosa?, ¿trágica?) de Joyce McKinney y el porqué de su soledad; jamás quiso casarse ni tener hijos con otro hombre que no fuese su amado Kirk. Pero hay más. El caso, lógicamente, tuvo sus repercusiones mediáticas, sobre todo en la prensa escrita donde dos tabloides, el Mirror y el Daily Express, pelearon por las exclusivas. De este modo, en su versión amarilla, el suceso  tuvo como título “el caso del mormón maniatado”, poniendo en circulación dos versiones: la “oficial” (la que Joyce vendió al Daily Express) y la del Mirror trayendo a aquel presente un supuesto pasado erótico-pornográfico de Joyce. Años después, con una vida de encierro y de soledad, Joyce volverá a los medios por ser la dueña de Booger, un perro pitbull clonado por un científico surcoreano.
Con esto Morris llega al tema del documental. Más allá de la anécdota burlesca que reside en la superficie, es en la disputa de estos periódicos, permitiéndonos escuchar a periodistas de cada medio, donde alcanzamos el nudo morriseano por excelencia: cómo se construye la verdad. Sin juzgar la labor periodística, también se abre a la reflexión sobre los límites (si es que los tiene) del sensacionalismo, hasta qué punto se puede violar la intimidad; ¿vale acudir a cualquier método, incluso faltándole a la verdad, con tal de lograr una exclusiva? Aunque la historia transcurrió en la década de 1970, los dilemas éticos que propone resuenan en la actualidad.
Las novedades estilísticas en cierta forma no resultan ser tan inesperadas, a excepción de una de ellas. Si Tabloid guarda más relación con los capítulos de First Person no se debe únicamente al emparentamiento de Joyce con los personajes de aquella serie. En ella, quizá por razones presupuestarias, la “participación” de Morris se producía de dos formas: su voz, preguntando o repreguntando rápidamente (nunca la pregunta) o bien a través del collage visual a la manera del found footage. En muy pocos, como en Stairway to heaven, Morris apelaba a la recreación o puesta en escena.
En Tabloid, Morris recurre casi en forma exclusiva a viejas filmaciones, coqueteando con el found footage, para realizar sus exploraciones visuales. La novedad se coloca en que aquí ha abandonado la puesta en escena; la cámara ya no sale del estudio y dichas exploraciones las efectúa en base a lo ya mencionado y las fotografías publicadas en los periódicos. Pero como señalamos, esto no resulta una novedad en Morris: en ese collage de imágenes  que fuera Fast, cheap & out of control encontramos el origen. ¿Un nuevo giro estilístico o un recurso circunstancial? Sólo en el devenir de nuevos títulos lo podremos dilucidar.
En el montaje también encontramos pequeñas variables. Si en los films anteriores el Interrotron le permitía un perfecto contacto visual, llegando los rostros de los entrevistados a cubrir toda la pantalla, en Tabloid eso no se produce. Montajes vertiginosos, cortes en los planos, reencuadres, pero nunca primerísimos primeros planos.
El diseño visual de la película, tanto en el montaje como en las exploraciones visuales de las fotografías, se encuentra en consonancia con el formato de los periódicos sensacionalistas. Hay aquí un traslado paródico de dicha estética al film. Incluso la tipografía que emplea se asemeja a aquellos en la secuencia de títulos o para hacer anotaciones sobre las imágenes.
Tabloid demuestra nuevamente la habilidad de Morris para lograr la empatía con sus retratados. Su método de trabajo permite adentrarse en los paisajes mentales de sus entrevistados, ya que no sólo se centran en las anécdotas o en el relato de la historia sino en sumergirse en los lugares más profundos de la personalidad. A pesar de que con la multiplicidad de voces —Joyce, el piloto, los periodistas, entre otros— emerjan fisuras y contradicciones en el relato de McKinney, la intención de Morris va más allá de mostrarnos a una mujer megalómana. Aquí no hay toma de postura, ella no es presentada como una “pobre víctima” sino dentro de una compleja red de usos, desusos, y aprovechamientos: Joyce también disfrutó como artista del circo mediático. Oscilando entre la euforia y la depresión, lo significativo, como en todo el cine de Morris, se encuentra en los modos de narrarse que cada uno posee. No hay una búsqueda de una verdad, quién fue/es realmente Joyce poco importa. Su cine es el verdadero ámbito de la identidad narrativa, aquella que no sólo nos relata quiénes somos sino también lo que deseamos ser.


Lior Zylberman


Ficha técnica:
Título original: Tabloid. Año: 2010. Origen: Estados Unidos. Director: Errol Morris. Producción: Julie Ahlberg, Mark Lipson. Dirección de Fotografía: Robert Chappell. Música: John Kusiak, Edición: Grant Surmi. Diseño de Producción: Steve Hardie.
Duración: 87 minutos.