Ata tu arado a una estrella (Carmen Guarini, 2017)

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Ata tu arado

Porque así como, confieso,
ya no se más dónde empieza la palabra cine
y dónde termina la palabra vida
tampoco se más dónde termina la palabra poesía
y dónde empieza la palabra revolución.
Fernando Birri

El auto recorre un camino de tierra y se detiene frente a una casa baja rodeada de árboles. Es primavera o verano. Desde la ventana, un señor de barba larga y gris saluda en cámara. Suena un mambo.

Entramos en la casa. El señor de barba, con movimientos rápidos y seguros, cierra cuidadosamente puertas y ventanas de la casa y sale. Afuera lo espera una maleta de viaje. Dice que en la casa sólo hay libros y nadie roba libros. ¡Ojalá lo hicieran!

Estamos en Rincón (Santa Fe), a mediados de los años 90 y este señor anciano, con ojos de niño, es Fernando Birri, padre del Nuevo cine Latinoamericano. Detrás de la cámara, implacable, está Carmen Guarini. Birri ha vuelto a la Argentina para realizar una película –comisionada por la televisión alemana- en ocasión del aniversario treinta de la muerte de Che Guevara. Guarini está proyectando una especie de diario de filmación titulado “Compañero Fernando”.

Pronto nos damos cuenta de que Birri nunca tuvo la intención de hacer una película conmemorativa sobre el Che. Lo que va a realizar es un documental argumental sobre la utopía o, más precisamente, sobre la vigencia de la utopía en la época posmoderna. Guarini, por otro lado, abandona la idea del diario de filmación pero utiliza el material para realizar un retrato complejo, íntimo y necesario del maestro santafesino, una huella testimonial destinada a quedar en la memoria.

Ata tu arado a una estrella es una película sobre Birri, sobre la utopía, sobre la vida, sobre la resistencia y sobre el derecho a soñar. No es un viaje de lo macro a lo micro, de lo general a lo particular, sino más bien un film-galaxia. El centro es Fernando, a su alrededor orbitan vidas, obras y discursos heterogéneos estructurados en tres momentos  de la vida del autor: la filmación de Che ¿muerte de la utopía?, la ceremonia de inauguración de la Escuela Internacional de Cine y Tv de San Antonio de los Baños (Cuba) y una serie de entrevistas realizadas en 2017. A los tres momentos corresponden tres espacios públicos (Instituto de Cine de Santa Fe, Escuela de los tres mundos, Centro Sperimentale di Cinematografia) y tres privados (el “rancho” en Rincón, el estudio cubano, la casa de Roma).

La primera parte es el “diario de filmación”, que transcurre entre Santa Fe, Buenos Aires, La Higuera (Bolivia) y Montevideo. Hay escenas de “ocio” (un almuerzo con amigos y compañeros de trabajos), reuniones con el equipo técnico (durante las cuales se transparenta la metodología de trabajo de Birri) y la preparación a las diferentes entrevistas realizadas. Alrededor de la palabra utopía se alterna una multiplicidad de voces distintas que construyen un argumento resumible en el conocido aforismo de Birri: “¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. Se interpelan amigos ilustres (Osvaldo Bayer, Ernesto Sábato, León Ferrari, Eduardo Galeano) y campesinos bolivianos, pero no existe una verdad más verdadera que otra. Todas las voces son igualmente relevantes, igualmente funcionales.

Birri, sin embargo, es el protagonista indiscutido que se entrega libremente al ojo curioso de Guarini. Es en los momentos de relax donde el artista se expone sin filtros y muestra toda su esencia poética: no hay distinción entre persona y personaje, entre vida y obra. Durante el asado fantasea sobre su funeral inventando una escena felliniana: una murga fúnebre que lleve sus cenizas hasta el río, donde habrán vino, cerveza y banderas nacionales escrachadas. Dialoga con la cámara mostrando sus dibujos realizados con un programa para niños en la computadora. Rebalsa de energía creadora. Nada es banal en sus palabras. En el auto se duerme leyendo uno de sus poemas.

La segunda parte se abre con el discurso de inauguración de la Escuela de Cine de los Tres Mundos en Cuba. Birri, con su sombrero negro a bandas anchas, está parado frente a una platea de jóvenes estudiantes. A su espalda, sentados entre otras autoridades, se entrevé a García Márquez y Fidel. Birri lee con voz firme, entre lo solemne y lo poético, el acta de nacimiento de esta escuela anti-escolástica, que más tarde él definiría como “el lugar de la utopía”. Paseamos por los pasillos desiertos de la escuela. Incursionamos en el estudio-museo de Birri: desde las ventanas se ven el río -podría ser el litoral santafesino-, autos de latas, muñequitos, máscaras y el “cementerio de los sueños” (guiones irrealizados). Un señor barre las hojas secas del patio vacío. Sólo quedan los recuerdos y un mural: “ART NEVER SLEEPS (F. Coppola)… pero sueña con los ojos abiertos. Fernando Birri”.

Tercera parte. Tercer río. Esta vez el Tevere de Roma.

Un mensaje de Birri invita Guarini a perseguir su fantasma en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma, donde el artista se formó en los años ‘50 siguiendo las huellas del neorrealismo. El fantasma de Birri está efectivamente presente, junto con muchos otros. Está presente en las fotos, en el material donado, en los libros, en los testimonios, en su carta de presentación.

De lo público a lo privado. Estamos en el departamento de Birri con su mujer Carmen. El señor de barba blanca aparece flotando en bata con el bastón, empieza a hablar con un fantasma de juguete, admite ser él mismo un fantasma: “yo dejo de existir cuando ustedes se van”. En una atmósfera de entresueño una camarita go-pro emprende un “viaje alrededor de la casa”, que es al mismo tiempo un viaje en la memoria. Hay premios, libros, obras de arte, películas. Somos memoria o no somos nada. La memoria del futuro se llama utopía.

Con una envidiable lucidez Birri –interpelado por Guarini- recuerda el origen de sus utopías (el Instituto de cine de Santa Fe), se saca algunas piedritas de los zapatos. Hablan de cine, de memoria y de exilio. El discurso es bien pausado. Cada palabra está en su lugar. Nos damos cuenta de estar frente a un maestro, un oráculo, un gurú que parece ya haber visto esta situación a través de su tercer ojo, un espíritu en carne y hueso, un constructor de sueños. Omnipresente. Sin tiempo.

Birri, a lo largo de su vida, plantó semillas que siguen floreciendo bajo el lema de una larga resistencia poético-política. Esto fue Fernando Birri: memoria andante, creador de utopías. Esto es lo que nos deja Ata tu arado a una estrella: memoria del pasado, esperanza para el futuro.

Marco Franzoso

Ficha técnica

Dirección: Carmen Guarini. Guión: Carmen Guarini. Fotografía: Martín Gamaler y Carmen Guarini. Montaje: Carmen Guarini. Sonido: Adrián Rodríguez. Producción: Marcelo Céspedes. Productora: El Desencanto Films. Música: Gustavo Pomeranec. Origen: Argentina. Duración: 82 minutos. Año: 2017.