Los cuerpos dóciles abre con una serie de planos fijos de espacios casi vacíos; a medida que estos se suman el espectador reconoce que estamos en una cárcel. Finalmente se presenta el protagonista absoluto del documental, Alfredo García Kalb. García Kalb es un abogado penalista que se especializa en defender a jóvenes del conurbano bonaerense y el film nos lo mostrará en diversas situaciones.
Los cuerpos dóciles puede caracterizarse de manera sencilla, y correcta, como un documental de observación. Al igual que en los clásicos ejemplos de esta modalidad, los personajes retratados parecen continuar con su vida sin percatarse de la presencia de la cámara, se sigue a un protagonista carismático, un personaje que tiene visibilidad pública (tal como atestiguan los fragmentos de un programa de televisivo en el que García Kalb participó) y, a pesar de mostrar diversos momentos de la vida del abogado, se estructura la narración a partir de un caso con el que abre y cierra el film.
Con respecto al primero de estos puntos señalados, los aspectos performativos de la labor del protagonista es aprovechada en este sentido. Al igual que las escenas en las que presenta argumentos en los juzgados, podemos notar una cierta tensión entre lo que podríamos llamar su comportamiento natural y el que la presencia de la cámara genera. Otro tanto puede decirse del pasatiempo de García Kelb, su rol de baterista en una banda de rock. El film lo muestra en dos ocasiones tocando su instrumento: la primera en un recital que brinda con su banda en un bar, y el segundo, de mayor impacto dramático, descargando sus frustraciones a batacazos en su casa en cuero y en penumbras. ¿Se trata de un momento privado o una mera puesta para la cámara?
La figura de García Kelb constituye un personaje sumamente atractivo sobre el cual construir un film. Los momentos que no lo presentan en su trabajo lo muestran tocando la batería con su banda de rock en un bar y jugando a los videojuegos con su hijo. En estos momentos se difumina la división entre la vida privada y pública del personaje, especialmente en las escenas en la que visita a antiguos defendidos, con los que celebra del Día del amigo.
El último punto señalado tiene que ver con la estructura narrativa. Al igual que tantos otros exponentes del documental de observación, Los cuerpos dóciles recurre a la clásica estructura de crisis, en este caso se trata de un juicio con dos acusados de haber robado armados una peluquería. El seguimiento de este caso le otorga al documental una pátina similar a la narración de un film de ficción que genera suspenso, aspecto resaltado por muchas de las críticas en su estreno. Sin embargo esto no se refleja en una simplificación de la realidad retratada: en la escena inicial los acusados declaran ante su defensor que no entraron “calzados” a la peluquería para efectuar el robo. El objetivo de García Kelb es buscar la menor condena posible ante un sistema penal que admite que no sirve para reinsertar a los presos en la sociedad, y en el que los únicos que son condenados son los estratos bajos.
Sobre el final de película se presentan dos planos que resultan imposibles olvidar. El primero es la lectura de la condena a los acusados, que es la máxima permitida por la ley. El plano los presenta de forma conjunta a su abogado, fuera de foco, pero los realizadores adoptan una acertada decisión en este momento. Lentamente García Kelb comienza a difuminarse y la imagen se centra en el rostro de uno de los acusados. Después de haber centrado el film de forma absoluta en la figura del abogado, esta escena supone toda una toma de posición ética al reconocer de manera plena la individualidad del sujeto, a la vez que complejiza el acercamiento a este mundo desde una mirada foránea.
El segundo de los planos es el que concluye el documental y que muestra a García Kelb después de la condena manejando en su coche sólo, fumando un porro enmarcado en el espejo retrovisor con mirada vencida. “Estoy cansado de toda esta realidad” exclama. Los cuerpos dóciles no plantea soluciones fáciles a la situación retratada, ni presenta a personajes heroicos que consiguen sus objetivos, motivos que lo hacen no solo un gran film, sino uno noble.
Pablo Lanza
Ficha técnica
Dirección y guión: Diego Gachassin y Matías Scarvaci. Producción ejecutiva: Diego Gachassin. Cámara y fotografía: Diego Gachassin. Montaje: Valeria Raccioppi. Diseño de sonido: Hernán Gerard. Música: Juan Manuel Lima. Duración: 74 minutos. Año: 2015.