Sexualidades en el documental contemporáneo: nuevos marcos y transformaciones

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Romina Smiraglia y Lucas Martinelli

La relación entre política y representación expresa, en principio, los dos sentidos de representación. Por un lado, la representación como delegación de una voluntad -delegación de una voz, de un lugar- en alguien que deberá hablar y actuar en nombre de los representados. Por el otro, la representación en su sentido estético, es decir, como construcción discursiva y/o ficcional, que da lugar a una serie de intervenciones simultáneas dentro de un estado particular de la cultura, con representaciones que pueden entrar en diálogo o en confrontación con las producidas en otros campos.

Ana Amado, La imagen justa.

El campo de las sexualidades atraviesa un momento álgido de interés y su protagonismo en el cine documental es evidente. Las representaciones establecen un diálogo con los modos epocales de concebir los géneros, los cuerpos y sus deseos. El conflicto entre distintas representaciones de las sexualidades en los últimos años habilita a pensar que ingresaron a escena nuevas concepciones sobre las identidades -más blandas, fluidas y plásticas- que se contraponen a miradas estereotipadas y caducas.

En razón de una lucha constante de movimientos sociales, se modificaron las legislaciones de diferentes países de los continentes americano y europeo que trazan un antes y un después en los derechos de la ciudadanía. Y en aquellos países en que aún no se ha logrado un avance en esta materia, el debate en torno a la ampliación de derechos es inevitable y necesario. En este paisaje de tensiones ideológicas, los documentales invitan a recorrer diversos modos de vivir las sexualidades y los géneros. Los sujetos en cuestión cambian su relación con el espacio público y producen fisuras en el imaginario socio-sexual; un proceso que, captado por las miradas documentales, señala la apertura de un nuevo régimen de sensibilidad. Los relatos permiten descubrir trayectorias individuales y colectivas, muchas veces silenciadas, de minorías históricamente relegadas.

Una gran cantidad de producciones documentales sobre las sexualidades disidentes surge como intento de comprender y brindar herramientas para reconstruir los lazos perdidos con aquellas comunidades olvidadas, invisibilizadas y castigadas por formas productivas de violencia sobre los cuerpos: el patriarcado y la heteronorma. Más allá del giro reivindicativo de producciones interesadas en contenidos que sean de temática no-sexista, o que aborden la violencia de género o sobre las comunidades LGBTIQ, también existen producciones interesadas en procedimientos que -al interrogar los modos en los que el lenguaje cinematográfico produce miradas sobre los cuerpos y sus sexualidades- dislocan los lugares comunes de enunciación documental y convocan maneras disruptivas de provocar saltos entre las imágenes y sus encuadres.

Con mucho placer, invitamos a recorrer el dossier y encontrar distintos enfoques que, con el afán de teorizar sobre el cine documental, se hacen cargo de la relación existente entre los modos de documentar y sus implicancias sexuales.

El primer artículo “Yo nena, yo princesa: la representación de la niñez trans en la no ficción audiovisual argentina” de Agostina Invernizzi, diseña la necesidad de una reflexión sobre las representaciones de la niñez trans en los discursos audiovisuales en Argentina, a través de un examen comparativo entre el documental Yo nena, yo princesa (María Aramburu, 2014) y un conjunto de informes televisivos.

Por otro lado, Ezequiel Lozano con “Memorias de una revolución excluyente: exilio y sexopolítica en El hombre nuevo de Aldo Garay” parte del documental El hombre nuevo (Aldo Garay, 2015), desde un interés sobre la política sexual y el concepto de exilio, para trazar en paralelo una cartografía de documentales que visibilizan las voces de los sectores subalternos en vínculo con la disidencia sexual.

El artículo “Géneros inoperantes: porno, poder y ciudad en Ideología (2011) y Nova Dubai (2014)” de Lucas Martinelli, compara dos audiovisuales contemporáneos, uno chileno y otro brasileño, para reflexionar sobre los modos en los que el género cinematográfico y el género sexual pueden imbricarse para producir roces que al mismo tiempo ponen en cuestión los códigos y las normas de ambos.

Por último, Guillermo Olivera en “Cambios de marco y diversidades sexo-genéricas en el documental argentino: un análisis retórico y enunciativo de La hora de los hornos y Rosa patria” propone la construcción de dos grandes momentos en los modos de exposición y visibilidad de las sexualidades, a partir del análisis de dos documentales representativos de esas etapas.

Además incluimos en este número una entrevista con Aldo Garay en la que se brindan claves de lectura para su producción cinematográfica y reflexiona, entre otros aspectos, en relación a sus primeros acercamientos al cine, el desarrollo de la puesta en escena, el sistema de subsidios, sus premisas para filmar y comparte algunas escenas del detrás de cámara de la realización de sus documentales.

El corpus de películas del dossier responde a producciones del cono sur de América Latina como efecto no buscado de la convocatoria; no por ello, se puede considerar este resultado menos deseable, ya que permite la inauguración de un terreno posible sobre el cual es necesario indagar a través de futuras investigaciones y acercamientos. Al mismo tiempo, convoca la necesidad de sistematización de un planteo más global de la situación.

Abrimos un dossier y estamos lejos de considerarlo cerrado, dejamos abiertas las puertas a quienes lean la revista y deseen sumar sus aportes a un tema que se esboza; su desarrollo puede continuar en números siguientes. No pretendemos agotar los problemas en relación a este campo vasto, sino ser una puntada inicial para la construcción de un tejido polifónico que aúne las problemáticas contemporáneas vinculadas a las sexualidades y el documental.