El documental, presentado en la edición 2016 del BAFICI, fue una de las escasas obras que pudieron observarse en dicho evento sobre temáticas específicamente vinculadas al género y a las sexualidades.
Sin embargo, la película de Katharina Lampert y Cordula Thym, apenas exhibida en otras vidrieras internacionales, es un disparador estimulante para reflexionar sobre las identidades trans masculinas y, sobre esta base, acercarse a una serie de problemas que se ramifican en el transcurso del documental: la incomodidad con el binarismo establecido de los géneros normados, la identidad como un fenómeno inestable y en constante transformación, la difícil misión de encontrar grupos de pertenencia para las personas que se desplazan del cisgénero, entre otros.
De acuerdo con el principio constructivo del documental participativo (combinación de entrevistas y registros “directos”), el film retrata las experiencias de seis hombres trans en la ciudad de Viena (Nick, Mani, Dorian, Hans, Gin, Persson) de diferentes edades y profesiones pero con dos aspectos en común: todos son de clase media, todos son blancos. Este es un elemento relevante si comparamos FTWTF con otras obras (y otras realidades) de América Latina y demás países subdesarrollados. La marginalización social, la violencia de género, la persecución policiaco-cultural son tópicos que aquí aparecen muy débilmente dado que existen una cierta posición de clase y una estructura social que permiten un desarrollo de los protagonistas diferente al de sus semejantes en los países periféricos del sistema mundial. Por otro lado, debemos mencionar que la película tampoco alude a la articulación con el contexto político de estos países ni a las políticas públicas del Estado conectadas con los derechos de las personas trans.
El enfoque del film tracciona los interrogantes, las reflexiones y las opiniones de los protagonistas hacia un territorio filosófico en el que la pregunta por la identidad (y las múltiples e insatisfactorias respuestas) es un eje transversal que vertebra la totalidad de la narración.
Las directoras enhebran en el relato las heterogéneas disquisiciones identitarias a través de seis personajes que se hallan en momentos diferentes en relación con su “estar en el mundo” trans. En este sentido, Nick y Dorian, los más jóvenes, son quienes acaparan la atención de la trama y en esta decisión podría leerse un posicionamiento autoral que rehúye constantemente de las conclusiones. No es casual, entonces, que ellos ocupen las instancias de apertura y clausura del documental respectivamente. En el primer caso, Nick ingresa en un Centro de Cirugía de San Francisco para averiguar sobre una intervención. En el segundo, Dorian, tras haberse realizado una mastectomía descubre frente a una cámara su nueva fisonomía (mostrando sus cicatrices), y finaliza su alocución (y el film todo) con la frase “you never arrive”. Dorian y Nick son los personajes que exhiben mayores dudas en relación con sus procesos sexogenéricos, se hallan en tránsito. Esto se construye no solo a partir de los testimonios, sino sobre todo desde la puesta en escena, que los muestra constantemente desplazándose en skate (Nick) y en bicicleta (Dorian), mientras los otros cuatro protagonistas suelen adoptar posiciones estáticas en el cuadro.
El tratamiento del espacio acompaña estos desplazamientos. Cuando Mani relata las preguntas que muchas veces le hacen sobre qué género encuentra más cercano a su identidad, sobre una mesa, con sus manos y dos encendedores, grafica un campo, situando dos árboles enfrentados, representantes del binarismo sexogenérico. No obstante, él los arranca de raíz e imagina un campo sin árboles, desterrando así la dicotomía masculino/femenino.
Posteriormente se nos presenta una imagen abierta de un río visto desde una playa de piedras y el plano siguiente se sitúa en la otra orilla. Allí, junto a un grupo de amigxs, Nick y su compañera Denice discurren sobre la mastectomía del primero y sobre la primera inmersión en el río después de la intervención. A continuación vemos al grupo jugando y nadando en el agua. El contacto con lxs otrxs, el hacer públicas las cicatrices y moverse con un cuerpo diferente, acontecen en el fluir del río como zona de transición. Por otro lado, esta es una de las pocas imágenes de la película que aparece completamente despojada de elementos urbanos y nos remite a un espacio liberado como el que describía Mani anteriormente.
Al comienzo del documental, Dorian reconstruye el escondite de su infancia como trabajo autoral para la escuela de arte de Viena en la cual realiza sus estudios. Su recorrido involucra además a su hermano mellizo, Chrissi (fallecido años atrás), junto con quien había iniciado el proceso de transición. En palabras de Dorian: “compartíamos la transexualidad”. El protagonista relata que generalmente estos cambios ocurren en soledad, mientras que con su hermano ambos estaban acompañados.
La metáfora del campo de Mani puede ser homologada a la zona industrial en la que se encuentra Dorian cuando alude a Chrissi y a su constante sondeo entre los dos géneros. En el medio de un descampado de cemento se encuentra el protagonista asediado por edificios. La pregunta por el qué ven los demás de él y el “pasar” o no “pasar por” hombre es un tópico recurrente en su discurso, así como también lo es la incertidumbre por afrontar los cambios en soledad. En ese momento se intercalan planos en contrapicado de las torres que lo rodean.
La pregunta por el “passing” también se manifiesta en Persson, el lingüista, quien remite al término como “lo que es socialmente aceptable” y señala que su mayor privilegio en la actualidad es pasar por uno de los dos géneros aceptados. De un modo similar, esta idea aparece en Denice, la compañera de Nick, al manifestar que la vestimenta que ella porta lo define a él también, oscilando entre la representación de “madre e hijo” –cuando ella opta por prendas “híper femeninas”– o “pasar por dos mega lesbianas” -cuando elige ropa suelta y deportiva.
A medida que transcurre la película, los protagonistas relatan el modo en que van incorporando las miradas de lxs demás, en un proceso de elaboración de esas interpretaciones que confronta e interactúa con otrxs sujetxs. De esta manera la categoría de identidad estalla y se torna molecular.
En ese contacto con lxs otrxs en el cual somos nombradxs y atravesadxs por el lenguaje, el cual define qué modos de existencia son posibles y cuáles no, Persson remite a los diferentes idiomas en los que las marcas genéricas son nulas, como en el alemán donde la palabra “nin” no indica ni “él”, ni “ella”.
La bifurcación “she/he” también aparece enunciada por Gin, otro de los protagonistas, quien relata que en diferentes contextos es nombrado de una manera u otra, y por Mani, cuando en un momento de su vida prefirió ser llamado “it” pero a muchxs les resultó irrespetuoso referirse a él de ese modo. En ese sentido Mani afirma que ignorar su deseo es la verdadera falta de respeto.
El trayecto de cada uno de los protagonistas es distinto y no hay puntos de llegada específicos. Sobre el final Dorian manifiesta el placer y a su vez la incertidumbre de seguir redescubriéndose, expresando que no hay un “después de la transición” y que contrariamente se trata de un camino que nunca termina. Para personas como Gin, el “seguir en proceso” puede resultar angustiante, y en el caso de Persson, explicita que él no quiere ser un hombre sino que esa es su forma más cómoda de estar en el mundo en la actualidad.
Agostina Invernizzi y Pablo Piedras
Ficha técnica
Dirección: Katharina Lampert, Cordula Thym. Producción: Thomas Benski, JasonBick, Dan Bowen, Marisa Clifford. Dirección de fotografía: Judith Benedikt. Edición: Niki Mossböck. Testimonios: Denice Bourbon, Mani Tukano, Dorian Bonelli, Nick Prokesch, Hans Scheirl, entre otros. Origen: Suiza. Duración: 92´. Año: 2015.