A partir de una entrevista realizada en 1975 para su “proyecto Shoah”, Claude Lanzmann vuelve a entregarnos una película sobre el exterminio judío en manos de los nazis. En esta oportunidad, recoge el testimonio de quien fuera el Rabino de la comunidad judía de Viena y último presidente del Consejo Judío del gueto y campo de concentración de Terezín, Benjamin Murmelstein.
A lo largo de su extensa duración, el documental no sólo expone las declaraciones de Murmelstein; como lo hiciera en Shoah (1985) Lanzmann recorre las ruinas y los lugares donde la historia tuvo lugar. Es que, como en aquel film, el pasado no debe quedar en el pasado. En ese sentido, Lanzmann no se propone solamente explorar esas huellas en los edificios de Terezín –gueto y campo que por su carácter de “modelo” ha quedado casi intocable– sino que también explora lo que se perdió, lo que el genocidio nazi hizo desaparecer: una cultura. Es así que, a través de Murmelstein, Lanzmann emplaza su indagación en dos coordenadas geográficas: Viena y Terezín.
Podría decirse que estéticamente El último de los injustos no supone una novedad. Si bien Lanzmann emplea por primera vez imágenes de archivo -la película de propaganda hecha en y sobre el gueto y algunas fotografías- aquí no hace sino radicalizar su posición. En el presente nos ofrece largas tomas en los sitios con el propio realizador leyendo fragmentos del libro de Murmlestein o bien dándonos explicaciones históricas, y en 1975 un Lanzmann mucho más joven enfrenta a su entrevistado en forma inquisitiva pero también con respeto y apego, intentando recomponer el lugar de Murmlestein en
Iniciado en el largometraje en 1973 con Pourquoi Israel, una indagación sobre el Estado de Israel y sobre el judaísmo contemporáneo, en ese film ya se encontraba el sustento estético que continuará en Shoah y, años después, con Tsahal (1994); en ese sentido, podría pensarse a Lanzmann como el realizador más radical dentro del cinéma vérité. En Shoah esa estética se vuelve una forma de comprensión del pasado como también política; posición que, además, a lo largo de los años ha dado lugar a una gran cantidad de debates –algunos de ellos muy encendidos – y un sinfín de literatura. Así, El último de los injustos se coloca dentro de la filmografía de Lanzmann en perfecta armonía con sus antecesoras. Si bien la película posee un registro con una doble temporalidad, la entrevista de 1975 y la actual, la que nos presenta a un Lanzmann encanecido, de 87 años y sin ocultar el paso del tiempo, el montaje le otorga una uniformidad logrando unir ambas temporalidades.
De este modo, Lanzmann trae a la actualidad a un testigo privilegiado. Murmelstein no sólo fue el último presidente del Consejo Judío del gueto de Terezín sino que fue el único presidente de un Consejo en sobrevivir. Por otro lado, por su labor tanto en Viena como en Terezín este hombre mantuvo contacto -podría decirse que trabajó mano a mano- con el propio Adolf Eichmann. De este modo, la película se abre a la polémica, no sólo en torno a la figura de este nazi, a quien Murmelstein denuncia como un corrupto, sino en torno al sentido de lo que significó trabajar con los nazis, mejor dicho trabajar bajo amenaza (y con la vida en vilo) para los nazis. Con todo, y a favor de Murmelstein, Lanzmann lo escucha relatar cómo logró ayudar a unos 121.000 judíos a escapar y cómo se las ingenió para impedir que liquidaran el gueto “modelo” de Terezín. De este modo, el film vuelve a problematizar lo que ya había hecho con Shoah y sus películas posteriores: auscultar y profundizar la compleja relación entre víctimas, victimarios y testigos (bystanders). Lanzmann escucha y no juzga; a pesar de haber trabajado junto a Eichmann, Murmelstein no puede ser pensado como un colaborador o colocarlo en el mismo plano que los nazis. D este modo, la película vuelve a mostrarnos la perversidad del sistema nacionalsocialista.
¿Puede pensarse a El último de los injustos como una película autónoma o debe ser vista como un satélite, un anexo, de Shoah? Claramente Shoah es una película que cierra en sí misma, sin embargo “el proyecto Shoah” de Lanzmann es el trabajo de una vida. Luego de su primer largometraje, el francés dedicó casi una década a registrar en material fílmico a testigos, víctimas y victimarios del exterminio de los judíos europeos. Casi como un detective, Lanzmann recorrió varios continentes para dar con los entrevistados que deseaba filmar, muchos de ellos testimoniaban por primera vez; de este modo, la tarea alcanzó las casi cien horas de material crudo y es con ello que hizo el montaje de Shoah. Sin embargo, el proyecto no finalizó ahí. Ese material, que hoy día conforma una colección dentro del Archivo Fílmico del Museo del Holocausto de Washington llamado, paradójicamente, Steven Spielberg, dio lugar a varios títulos más: Un vivant qui passe (1999), Sobibór, 14 octobre 1943, 16 heures (2001) y Le rapport Karski (2010). ¿Son todos ellos junto a El último de los injustos “simples” anexos? Al comprender el “proyecto Shoah” con toda su complejidad, podría emplearse la comparación con el Templo
La complejidad del proyecto tiene su asiento en la intención del propio Lanzmann: el registro de los diferentes protagonistas de la destrucción de los judíos europeos. Su objetivo no es hacer una macrohistoria sino lo contrario, una microhistoria. En ese sentido, cuando el crítico Jean-Michel Frodon entrevistó a Lanzmann para Cahiers du Cinéma y le preguntó por qué se empeñaba en hacer su historia oral como película y no como libro, Lanzmann simplemente contestó: ¡por los rostros!
El último de los injustos como parte del “proyecto Shoah” recoge esa premisa que, como todas las demás, resultaría imposible como libro; esto se debe, quizá, a que Lanzmann supo interpretar como ninguno la potencia del rostro.
Lior Zylberman
Ficha técnica:
El último de los injustos (Le dernier des injustes)/Dirección: Claude Lanzmann/Guión: Claude Lanzmann/Producción: David Frenkel, Danny Krausz, Jean Labadie, Kurt Stocker/Dirección de Fotografía: Caroline Champetier, William Lubtchansky/Montaje: Chantal Hymans/Sonido Antoine Bonfanti/ Producida por: Synecdoche, Le Pacte, Dor Film Produktionsgesellschaft. Origen: Francia, Austria. Año: 2013. Duración: