Uno en un millón
Leonard ‘Lenny’ Cooke, la joven promesa negra del básquetbol universitario del incipiente siglo veintiuno, escucha inadvertidamente las palabras de sus entrenadores.
Para Leonard, los consejos no son más que sermones. Él es el mejor, él tiene talento natural para el deporte y no necesita escuchar regaños de nadie. Mejor prestarle oído a los murmullos que se dicen en el ambiente mediante el boca en boca y los medios de comunicación quienes presagian para él un promisorio futuro en las grandes ligas. Y es así como Leonard, embriagado de palabras alentadoras y con tan solo diecinueve años comienza a soñar.
Y sueña con ser la nueva leyenda del básquetbol y con construir un gimnasio, y un cine en su viejo barrio de Brooklyn para sus vecinos, y sueña también con fama y dinero, y compartirlo con su familia y amigos. Un sueño que parece estar allí nomás al alcance de sus manos, tan sólo es cuestión de seguir los pasos correctos por el camino amarillo e ingresar finalmente en el maravilloso mundo de Oz. Jugar en la NBA, entrar en la gloria, ganar millones y salir de la pobreza. Todo parecía fácil en el sueño, pero para la promisoria estrella, el despertar del sueño lo trajo estrellado. Y el golpe fue duro para Leonard.
Uno del millón.
Sobre este héroe nonato se centran los hermanos Safdie en su primer abordaje documental. Justamente ellos, quienes venían de realizar juntos apenas dos películas ficcionales retratando con extraña simpatía a personajes inestables, incómodos, lejos, muy lejos de los hábitos socialmente aceptados. Con el pulso vacilante de la cámara en mano, el registro espontaneo de lo cotidiano (tan emparentado al cine de John Cassavetes, Jonas Mekas y de otra dupla de hermanos como Albert Y David Maysles) nos adentramos en la intimidad de Leonard para compartir junto a él y su familia y amigos los pequeños momentos de su fallido ascenso y su estrepitosa caída. En este transcurrir desde sus comienzos, su sobreexposición mediática, su fracaso y su presente replegado junto a su familia, se despliega (a lo largo de diez años de documentación audiovisual) la historia de un adolescente talentoso que va siendo derrotado por su propia arrogancia. Desde sus comienzos, Leonard se confía más en sus naturales aptitudes que en el trabajo y el estudio. Leonard jamás logró dar el salto al profesionalismo. Y es entonces que, con el sueño perdido, reniega contra los demás. Contra quienes lo mal aconsejaron, quienes lo olvidaron y no volvieron a llamarlo y, más secretamente, puertas adentro, contra sí mismo. “Ellos me llamarón Lenny, yo soy Leonard”.
En una escena tan patética como conmovedora, los Safdie comparten junto a Leonard y su familia su cumpleaños número treinta en su humilde hogar junto a su mujer, sus hijos y sus escasos amigos. Un Leonard notoriamente excedido de peso le canta su amor a su mujer mientras toma una cerveza tras otra hasta culminar su festejo arrumbado en el sillón, ensimismado en sus pensamientos mientras derrama lágrimas de una sorda angustia movilizada por la irrefutable evidencia de que el tiempo pasó, que el presente está muy lejos de aquel sueño que alguna vez tuvo que aún hoy, a pesar de todo, insiste en no dejar ir. Con nostalgia de un futuro irrealizado, Leonard expurga sus frustraciones frente a cámara, lame sus heridas buscando cicatrizarlas.
Home-movie
Esta voluntad de los Safdie de trabajar con videos caseros, con material de archivo amateur, tiñe a la película de una fuerte impronta de realidad, de la tragedia de lo real. El devenir de Leonard está inscripto desde sus primeros pasos ¡está en las imágenes! Leonard llega tarde a los entrenamientos, no hace los ejercicios, envidia y compite con sus rivales, se asocia con agentes desinteresados. La inescrutable fuerza del documento audiovisual cobra toda su potencia al contrastar las imágenes del joven ‘Lenny’ con toda su vitalidad adolescente, sus esperanzas aún intactas junto a las imágenes de un Leonard ya treinteañero, opacado y cabizbajo quien comparte su experiencia con jóvenes aspirantes quienes, cual burla del destino, espejo tragicómico del paso del tiempo, parecen no prestarle atención. Finalmente es la imagen del cuerpo de Leonard la que ‘dice’ más que mil palabras. Es esa imagen la que habla más que cualquier análisis deportivo, que cualquier explicación psicológica que quiera explicar o dar razones al fracaso de este proyecto trunco de héroe del básquetbol.
Nicolás Aponte A. Gutter
Ficha técnica:
Dirección: Ben Safdie y Joshua Safdie. Producción: Joakim Noah y Adam Shopkorn. Dirección de fotografía: Joshua Safdie. Edición: Ben Safdie. Sonido: Jeremy Siegel. Origen: Estados Unidos. Duración: 88´. Año: 2013.