From Nicolás Ezequiel Mazzeo

Estados Generales del Tercer Cine. Los documentos de Montreal. 1974

Cuadernos de la Red de Historia de los Medios N° 03, Año 3 – Verano 2013-2014. Buenos Aires, Prometeo, 2014.

 

Nicolás Ezequiel Mazzeo

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RehimeEstados Generales del Tercer Cine. Los documentos de Montreal. 1974 constituye el tercer número de los Cuadernos de la Red de Historia de los Medios (ReHiMe). Manteniendo el nivel y rigurosidad teórica y metodológica de las dos publicaciones anteriores, se suma en este número un DVD que contiene material audiovisual y documentos en versión PDF. Agradecida novedad que no solo complementa el valor de la investigación presentada, sino que también sirve como puntapié inicial para nuevas investigaciones.

Vértice en el que confluyen la trayectoria de cineastas, críticos, distribuidores, productores, e historiadores de varios países latinoamericanos, norteamericanos, africanos y europeos, los Reencontres por un noveau cinema (Encuentros internacionales por un nuevo cine) realizados en Montreal entre el 2 y el 8 de junio de 1974 poseen una relevancia singular por las múltiples procedencias geográficas unidas a las disímiles situaciones políticas y sociales que atravesaban los distintos países en el año del encuentro; pero también debido a la forma de organización del mismo. Los Encuentros contaron con talleres y conferencias especialmente diseñados para que esa fisura geopolítica aflore, procurando instancias de profundidad reflexiva y discusiones focalizadas en torno a la temática del encuentro: el cine de descolonización, o tercer cine.

Los organizadores canadienses, André Pâquet y el Comité de Acción Cinematográfica (CAC), desgrabaron parte del material en 1975 y los publicaron en cuatro Cahiers. Los registros audiovisuales constan de 51 bobinas de 30 minutos de duración cada una, 48 se conservan en la Cinemateca de Quebec en Montreal y 3 de ellas se encuentran, hasta ahora, perdidas. El equipo de ReHiMe ya contaba con dichos Cahiers, y en 2012 encontraron las bobinas en la Cinemateca de Quebec y comenzó el trabajo de revisión y transferencia. Hoy se encuentran disponibles 32 de las 48 bobinas en DVD, y pueden consultarse públicamente en Canadá, pero también en Buenos Aires, en el Archivo Audiovisual del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Ya en el año 2012, Mariano Mestman presentó fragmentos del material en el III Congreso Internacional de la Asociación Argentina de Estudios de Cine y Audiovisual (AsAECA) realizado en la Universidad Nacional de Córdoba. Dos años después, este volumen fue presentado en el IV Congreso de la misma asociación, realizado en la Universidad Nacional de Rosario.

El libro cuenta con dos artículos: el primero a cargo de Mariano Mestman, codirector de la Red de Historia de los Medios y responsable de la investigación; y el segundo a cargo de André Pâquet, organizador y responsable del encuentro, a quien Mestman se refiere con acierto como el protagonista de esta historia. A modo de anexo aparecen varios documentos: la edición facsimilar del programa, desgrabados de discusiones producidas luego de la conferencia de Guido Aristarco y de varios talleres, y un facsímil de los Proyectos y Resoluciones finales del encuentro.

Por su parte, el DVD ofrece fragmentos audiovisuales de Talleres de Trabajo, del debate con Aristarco, del debate con Fernando Solanas, Humberto Ríos y Edgardo Pallero, y del plenario final. También contiene como material adicional en PDF el Cuaderno N° 1 del Encuentro de Montreal (1974) con las resoluciones finales, el folleto del encuentro (1974), y documentos del Comité de Cine del Tercer Mundo de Argel (1973) y Buenos Aires (1974). Si bien las discusiones no poseen la sistematicidad de un ensayo o un discurso, Mestman destaca en su editorial que “…en cambio sí transmiten los aspectos más vívidos de esta historia, los cuales, como bien sabemos, es difícil que lleguen a plasmarse suficientemente en los documentos” (12). Son, por eso, un complemento invaluable a la base empírica de cualquier historiador interesado en la temática o el período. El lector no especializado también encontrará en el DVD un soporte de apoyo para la lectura del primer artículo del libro, y para su experiencia como espectador y lector en temas relacionados a esta publicación.

“Estados Generales del Tercer Cine. Los documentos de Montreal. 1974” es, a su vez, el título del artículo de Mariano Mestman. La primera sección titulada “I. El encuentro de Montreal: Una instancia de Confluencia y proyección” posee, luego de una introducción, dos apartados. Se relata la génesis del Encuentro de Montreal en vinculación con la situación específica de Quebec. La planificación comienza en 1973 y André Pâquet emerge como una figura de enlace, a partir de su estadía en Europa desde principios de los ‘70, entre grupos de cine, distribuidoras paralelas y eventos donde confluía, desde mediados de la década anterior, un cine novedoso y de corte eminentemente político. El hecho de que Quebec se piense a sí mismo como parte de los “países chicos” y con necesidad de defender su producción cultural/cinematográfica es la clave de lectura que ofrece Mestman para indagar el interés por realizar el Encuentro, unido a la creación del Comité de Acción Cinematográfica, y a las luchas por ganar espacio político que vinieron después, para las cuales el Encuentro de Montreal fue determinante por la afinidad entre los debates y las búsquedas que se entablaron posteriormente.1

En “Nuevos cines, cines del 68, cines nacionales, Tercer Cine”, se ofrece una presentación de la magnitud del Encuentro: 200 participantes de casi 25 países, reunidos entre el 2 y el 8 de julio en la Biblioteca Nacional de Quebec, en Montreal. A grandes rasgos, se repartieron las Conferencias por la mañana y los Talleres de Trabajo por las tardes.2 Los responsables de las Conferencias/Debate fueron: Thomas H. Gubak, Jean Patrick Lebel, Fernando Solanas, Simon Hartog, Guido Aristarco y Julio García Espinosa. En un análisis comparativo, el autor destaca los ejes temáticos de los debates: por un lado la situación de la industria cinematográfica capitalista y las posibles alternativas en los cines nacionales; el caso africano en Gubak, y la nacionalización de la industria propuesta por el sindicato de cine británico en Hartog; y por otro, las perspectivas teóricas e historiográficas en dos críticos enfrentados ideológica y políticamente, el francés Lebel y el italiano Aristarco. Luego, representando el cine periférico latinoamericano, en las palabras de García Espinosa se da cuenta de la experiencia cubana; así como de la situación del gobierno peronista en Argentina y el posicionamiento del Grupo Cine Liberación, en las palabras de Solanas (acompañado por Ríos y Pallero). El apartado se detiene a describir varios representantes de los distintos países con el propósito de brindar un marco informativo que se profundiza en las secciones siguientes.

“Hacia los Estados Generales del Tercer Cine” es el segundo apartado de esta primera sección. El texto comienza del siguiente modo: “El panorama presentado hasta aquí explica, casi por sí mismo, el potencial atractivo de un evento convocado bajo la noción general de ‘nuevo cine’…” (39). A partir de aquí, a medida que Mestman avanza en la descripción del evento, su análisis gana profundidad. Luego de preguntarse qué tipo de alternativa frente a la hegemonía del cine industrial y sus corporaciones en el mundo podían proponer los convocados al evento, responde bajo la noción de “tercermundismo cinematográfico” en estrecha relación con dos encuentros previos, Argel (1973) y Buenos Aires (1974), cuyos detalles pueden revisarse entre los documentos en versión PDF que componen el DVD. La misma se define como “una suerte de tendencia político-cultural-cinematográfica que atravesaba (con variantes) a cineastas y grupos de distintos países” (Ibíd.). La apelación a la idea de “tercermundismo” es notable durante la preparación y el evento en sí mismo, así como en las Resoluciones Finales, el pedido de solidaridad en términos de distribución y producción, y la exhortación al diálogo entre los distintos países; todo lo cual no impidió que se generaran fuertes discusiones y debates.

La segunda sección se titula “II. Debates y combates de cine político en Montreal”. Allí, el autor agrupa las discusiones en dos zonas bien diferenciadas: la intervención social con los films; y los posicionamientos político-cinematográficos de los grupos en torno a la coyuntura internacional.

La organización de los Talleres de Trabajo fue clave para la profundización de la primera cuestión. Aprovechando un encuentro de semejante magnitud y diversidad, se establecieron ejes temáticos que estuvieron a cargo varios oradores, lo cual favoreció una mirada geográficamente transversal frente a problemáticas similares. Las temáticas, variadas, pueden resumirse en: el cuestionamiento de la sala de cine tradicional y las relaciones entre los distintos momentos de la experiencia cinematográfica (desde el cineasta hasta el público) y propuestas de proyección alternativas; problemas en torno a la participación del público; el rol de la televisión; búsqueda de variantes concretas para la distribución; formas de colaboración práctica entre las cinematografías del Tercer Mundo; y diversos modos de intervención social con los films en las comunidades. El material audiovisual ofrece acceso a tres talleres: “Cómo mostrar los films”, “Participación de la base” e “Intervención social con los films”.3

“Las alternativas de distribución y exhibición” es un apartado que se detiene en la experiencia del taller “Como mostrar los films”, aunque señala que esta temática aparece en otros momentos del encuentro. Las experiencias retratadas son diversas: la actividad del FEPACI expuesta por Boughedir, las iniciativas públicas en Quebec y el trabajo de distribuidoras paralelas como Tricontinental Film Center, MK2, la distribución latinoamericana de Achúgar y Pallero, o el organismo Film Centrum de Estocolmo.

Mestman menciona la aparición recurrente del tema de las posibilidades de trabajo en las “brechas del sistema”, y también la necesidad de distinguir específicamente a qué tipo de circuito se aspira. También da cuenta de las tensiones entre los cineastas y productores del Tercer Mundo, y las distribuidoras paralelas europeas o norteamericanas que derivaron en discusiones sobre el aspecto económico: el tiempo requerido y las dificultades en conseguir dinero para filmar de los cineastas, y los riesgos de los distribuidores al difundir películas de los directores menos consagrados.

“Los modos de intervención social con los films” es otra sección donde se aborda lo acontecido en relación con los talleres “Participación de la base” e “Intervención social con los films”, especialmente la experiencia francesa, norteamericana y canadiense. Uno de los problemas destacados refiere a la contradicción de proyectos que, si bien movilizaban a las comunidades para exponer sus problemas y buscar soluciones, no alcanzaban a generar condiciones para resolverlos. A su vez, se destaca la importancia del programa canadiense Challenge for Change / Societé Nouvelle en el fortalecimiento de la tradición del documental directo. Las críticas a la censura ejercida por la Oficina Nacional del Film, organismo del que dependía el programa, no impidió que sea valorado.4

“La animación social y la participación de la comunidad: entre el film y el video” presenta una estrecha relación con el apartado anterior. Allí, Mestman se concentra en las exposiciones que profundizaron el vínculo entre el cineasta/videasta y la comunidad y su participación en la producción de los films. Bajo la noción de “animación social” se entiende el trabajo de organizadores sociales (los animadores) que intentan estimular, provocar en ciertos sectores sociales una toma de conciencia de los temas que los afectan y la reflexión activa sobre los cursos de acción para su resolución. El debate que retoma el autor se concentra en la presentación de Fernand Dansereau, quien expuso su experiencia en este tipo de trabajo. Una vez más, Mestman contextualiza y profundiza la discusión con bibliografía específica, a partir de la cual se observa la complejidad del pasaje de autor/director a facilitador social, pasaje que desdibuja la figura del primero a medida que se acerca al segundo.

La participación del público en las proyecciones, las distintas condiciones geográficas en torno al problema de la distribución y el factor determinante de las nuevas tecnologías para la realización de este tipo de actividades son los temas con que se cierra la temática de los Talleres de Trabajo.

“Alineamientos en torno al cine y la política socialista” inaugura la sección que describe las discusiones en torno a las Conferencias/Debate. En este caso el texto se ocupa de la conferencia a cargo del crítico italiano Guido Aristarco que “despegó una dura crítica al marxismo vulgar y dogmático en lo teórico, al stalinismo en lo político y al triunfalismo o los héroes positivos en lo artístico” (66). Esto último fue lo que generó tensiones por la mención a la actualidad del cine cubano, el cual parecía alejarse de la experimentación propia de los ‘60. Específicamente, el film Girón (Manuel Herrera, 1973), proyectado durante el Encuentro, fue acusado de estar “demasiado inspirado en la estética del imperialismo americano” (Ibíd.) por parte de Guy Hennebelle. En su análisis, el autor no diluye el trasfondo sociopolítico de los posicionamientos socialistas acerca de la Unión Soviética, pero tampoco deja de remarcar las importantes reflexiones en torno al cine como lenguaje y el imperativo práctico de inserción en las distintas situaciones locales.

Luego, en el apartado “Las discusiones en torno al peronismo” se describe lo acontecido a partir de la Conferencia/Debate a cargo de Fernando Solanas, quien estuvo acompañado de Humberto Ríos y Edgardo Pallero. Además de la experiencia de Solanas como integrante del Grupo Cine Liberación, la conferencia abordó la situación argentina, en la cual muchos cineastas y activistas políticos habían pasado, con el fin de la dictadura y el arribo a la presidencia de Héctor Cámpora primero, y luego Juan Perón, de la oposición a la integración al gobierno. Sus acompañantes brindaron detalles sobre la gestión de Octavio Getino -integrante del Grupo Cine Liberación y codirector de La Hora de los Hornos (Solanas-Getino, 1968)- al frente del Ente de Calificación Cinematográfica durante 90 días en 1973, y la Nueva Ley de Cinematografía que sería presentada al Congreso de la Nación el 13 de agosto de ese mismo año. La compleja situación argentina en el período, caracterizada por las fuertes internas entre la izquierda y la derecha peronista, tuvo su correlato en las discusiones suscitadas a partir de esta conferencia. No obstante, nuevamente, hubo intervenciones que permitieron reordenar el debate: en este caso, Julio García Espinosa invitó a pensar “si la ley propuesta en Argentina era o no la más avanzada posible en la fase en que se encontraba el proceso político” (72). Más allá de las polémicas, Mestman destaca que el Plenario Final encontró a los latinoamericanos unidos en la conformación de una asociación común y el proyecto de reunirla en asamblea durante ese mismo año. Tema de la última sección de su artículo.

“A modo de Epílogo” se propone poner a prueba la potencialidad de los documentos presentados en el volumen, y como estudio de caso, el autor demuestra la influencia del Encuentro de Montreal en la creación del Comité de Cineastas Latinoamericanos en el Encuentro de Caracas, Venezuela, en septiembre de 1974. Mestman señala que los relatos sobre este evento dejan de lado tres aspectos clave: que los cineastas latinoamericanos ya habían conformado en Montreal un agrupamiento que sirve como antecedente al Comité creado en Caracas; que las tensiones y conflictos respecto de los posicionamientos políticos de los cineastas no eran menores; y la existencia del vínculo con la FEPACI africana, que sirvió como modelo a la agrupación latinoamericana, cuya génesis puede rastrearse en Argel, Buenos Aires y Montreal. Reconsiderar y reposicionar al Encuentro de Montreal como antecedente ignorado del Encuentro de Caracas, es la sólida apuesta de las últimas páginas del artículo. En palabras de su autor: “Tal vez los Documentos de Montreal colaboren a recuperarlos y reconsiderar su influencia en esa coyuntura. Y, del mismo modo, tal vez otra zona de estos Documentos colabore a revisar otros aspectos desatendidos de ese período del cine político mundial” (79).

El segundo artículo, a cargo de André Pâquet, se titula “Encuentros Internacionales por un Nuevo Cine”. Es ni más ni menos que un valioso relato en primera persona de un actor fundamental del Encuentro, su ideólogo, quien cuarenta años después transmite las sensaciones que lo llevaron a necesitar de “otro cine”, lejos de la fascinación del espectáculo hollywoodense en el que había entrenado su mirada. Pâquet atribuye a su ingenuidad y a su intuición la búsqueda que lo llevó a alinearse con el denominado Tercer Cine. Señala como una revelación que “había que encontrar un modo para trabajar en una relativa unidad con los que, en otros lugares, atravesaban cuestionamientos fundamentales frente al dispositivo, al papel, y a la manera en que el cine funcionaba” (82).

La repercusión y la magnitud del Encuentro que se tradujo en nuevas reuniones con el mismo objetivo le permiten responder(se) afirmativamente la pregunta retórica: “¿tuve éxito?” El frenesí con que estos actores vivían cada momento se traduce en las últimas líneas del texto: “Fue, quizás, una chispita, allí donde esperábamos “la hora de los hornos”;5 pero fue un momento histórico” (85).

Finalmente, el libro se cierra con 148 páginas de documentos y desgrabaciones, a las que debe sumarse el material en PDF y audiovisual del DVD, al que hemos ido remitiendo. La valoración del volumen ha quedado explícita a medida que se desarrollaba la reseña, no queda más que celebrar al equipo responsable por hacer visible un ámbito novedoso para un período histórico que no cesa de ofrecer nuevas lecturas y nuevas preguntas.

 

Notas

1 Este auto-posicionamiento entre “países chicos” se encuentra documentado y puede revisarse en el Acta de Reunión Preparatoria del 6 de septiembre de 1973 (99-107), en tanto buscaban dialogar con quienes tenían sus mismos problemas.
2 La cobertura periodística puede revisarse en algunos documentos del anexo, y en las referencias a revistas especializadas que brinda el autor en nota al pié.
3 A su vez, el lector encontrará referencias constantes a este material, tanto en el cuerpo del texto como en notas al pié, pudiendo desarrollar una lectura interactiva.
4 También se detalla sintéticamente una discusión entre cineastas quebequenses que Mestman contextualiza en relación al campo de intervención del Comité de Acción Cinematográfica, sin dudas una condición de posibilidad del Encuentro.
5 El subrayado es del original.