Tagged Rafael Tassi Teixeira

Cine migrante y alteridad en la obra de Llorenç Soler

Descargar texto

Rafael Tassi Teixeira

Resumen

El trabajo hace una incursión por la reflexión teórico-analítica de las composiciones fílmicas de uno de los pioneros del cine migratorio documental, buscando aproximaciones de los discursos fílmicos en el análisis de las películas sobre inmigrantes del cineasta valenciano Llorenç Soler. Intentando establecer articulaciones entre narrativas cinematográficas, estilísticas documentales y convergencia socio-ficcional de las obras del cineasta, la propuesta del artículo se concentra en alinear perspectivas sobre la sistemática fílmica/reflexiva de Soler a través de sus películas documentales y ensayos sobre migrantes. Al mismo tiempo, se compromete a desarrollar un campo de diálogo entre las teorías migratorias contemporáneas y la contribución de Soler.

Palabras clave

Teoría de los cineastas, Llorenç Soler, Documentales migratorios

Abstract

This work makes an incursion into the theoretical-analytical reflection of the film compositions of one of the pioneers of documentary migratory cinema, the Valencian Filmmaker Llorenç Soler, seeking approximations of the filmic discourses in the analysis of immigrant films. In an attempt to establish articulations between cinematographic narratives, documentary stylistics and socio-fictional convergence of the works of the filmmaker, the article’s proposal focuses on aligning perspectives on Soler’s  film/reflexive systematics through his documentary films and essays on migrants. At the same time, it undertakes to develop a field of dialogue between contemporary migratory theories and Soler’s contribution.

Keywords

Theory of filmmakers; Llorenç Soler: Migratory documentaries

Resumo

O trabalho incursiona pela reflexão teórico-analítica das composições fílmicas de um dos pioneiros do cinema migratório documental, buscando aproximações dos discursos fílmicos na análise dos filmes sobre migrantes do cineasta valenciano Llorenç Soler. Tentando tecer articulações entre as narrativas cinematográficas, as estilísticas documentais e a convergência socioficcional das obras do cineasta, a proposta do artigo se concentra em traçar alinhamentos perspectivos sobre a sistemática fílmica\reflexiva de Soler através de seus filmes documentários e filme ensaios sobre migrantes. Ao mesmo tempo, compromete-se em desenvolver um campo de diálogo entre as teorias migratórias contemporâneas e a contribuição de Soler.

Palavras-chave

Teoria dos Cineastas; Llorenç Soler; Documentários Migratórios

Datos del autor

Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (2004). Profesor del Programa de Maestría y Doctorado (PPGCOM) en Comunicación y Lenguajes de la UTP/PR y Profesor Adjunto de la UNESPAR\FAP (Sociología del Arte y Estudios Culturales). Actualmente, es Vice-Coordinador (desde 2014) del Programa de Posgrado en Comunicación y Lenguajes (PPGCom\UTP).

Fecha de recepción: 21 de agosto de 2017
Fecha de aprobación: 20 de septiembre de 2017

Tesitura social y las márgenes

El cine migratorio documental es un movimiento reflexivo e innovador bajo la perspectiva del cineasta Llorenç Soler[1], desarrollado principalmente a partir de la década de 1980 (Larraz, 2006: 17; Francés, 2012: 26) estableciéndose como un diálogo entre el cine político español y el cine de lo cotidiano. Sus primeros márgenes, no obstante, se localizan en la etapa inicial de su obra fílmica (1966-70), momento en el que dos confluencias fundamentales del final del período franquista (Benet, 2012: 369) son establecidas indirectamente: por un lado, la importancia de la profundización fílmico-crítica ante los problemas sociales subyacentes al dominio de la realidad española de aquel momento; por otro lado, la determinación en arriesgarse contra los modelos artísticos que buscan la vertiente del experimentalismo ante la imposibilidad de un cine independiente (Romaguera-Ramió y Soler, 2006: 27)[2].

hqdefaultEn este sentido, la forma fílmica avanza sobre la condición de la imagen en el cine de Soler del primer periodo (1966-70) ante estas dos características conjugadas en un punto común de enfrentamiento y experimentación, todo ello a través de la asimetría con los parámetros de lenguaje estructurados y repetidos por el cine dominante.

Soler habita lo que, probablemente, es una necesidad de captar la imagen y responderla como denuncia de una realidad concebida sin fisuras, al mismo tiempo en el que alimenta el deseo de recurrir a una identidad cinematográfica en construcción, inspirándose en los grandes movimientos cinematográficos de la década de 1960 y sus características estilísticas-reflexivas[3].

En cierto sentido, este cine de duplicación de imágenes-denuncia, basadas en la memoria social negada por los discursos oficializantes, se respalda en una voluntad artística que refleja una inevitabilidad mayor, caracterizada por la necesidad de canalizar las angustias sociales del momento. Es por ello que existe, en las películas de este periodo, como destaca Benet (2012: 371), cierta determinación insatisfactoria a la luz de una permanente revolución esteticista que, en el caso español, no puede ocurrir completamente en la dimensión cinematográfica, con la emergencia del régimen franquista.

En este aspecto, cineastas españoles del periodo (Picazo, Saura, Esteva y Jordá, etcétera) están en un umbral de resistencia componiendo sus primeras películas como puntos de inflexión cargados de densidad simbólica y soluciones estilísticas que repercuten en un cotidiano asfixiante e ilusorio: las relaciones se convierten en respuestas a los procedimientos de secuencias de desencantos, y existe algo de desesperante bajo una capa de normalidad que molesta por ser narrativamente repetitiva.

Este enfrentamiento narrativo, se mezcla con una voluntad estilística innovadora entre potentes alegorías sociales y cinematográficas que unen un cine que se refleja en manifestaciones clandestinas y vanguardistas. Por tanto, el cine español del momento puede ser fuertemente provocador al avanzar sobre los propios y desconocidos límites, inspirándose en referencias cinematográficas internacionales (Godard) y construyendo obras poéticas y fílmicamente interesantes[4].

En este sentido, Soler se mantiene fiel a una primera arquitectura cinematográfica que se revela, por la forma y por el contenido, un cine de fuerte negación de sometimiento – un cine de sensibilidades impregnadas por la intención de descubrir y frecuentar la frontera. El propio acto fílmico es el brío de esta descolocación insistente, donde la crítica se mantiene como teoría desestabilizante; aquí, prevalece la alteridad en una posición de optimismo para lo que no se conoce (o se conoce poco) y de oposición vehemente para lo que se sabe (intoxicante y hegemónica).

Las alteridades, según el cine de Soler, son libres por la idea – cinematográfica, tangible – de la representación como lugar de encuentro y creación, y no como instancia de disputa (Larraz, 2012: 270). En este aspecto, la voluntad de frecuentar y prolongar el Otro como a sí mismo, en sus formas más insospechadas tiene que ver con la condición única de Soler como un “despertenecido”. Por tanto, el cineasta como verdadero anónimo de sí mismo y de todos, que avanza y realiza una circulación constante (e imprudente) por la capacidad de mantenerse fiel a una arquitectura sistémica y representacional[5].

El documental, como propuesta artísticamente emancipadora y al mismo tiempo comprometido con la realidad social que lo rodea, muestra la contundencia estilística que Soler utiliza para conseguir superar especificidad y lograr alcance. En un tiempo paralelo en el que percibe que no podrá haber indiferencia a no ser en los lugares en los que la crítica no prolifera (el cine dominante, el cine documental), la vocación del cineasta es innegablemente la evocación de un estilo que arremete contra los estados de indiferencia. Las tres primeras películas de Soler (Será tu Tierra, 1965; 52 Domingos, 1966; D´un temps d´un país, 1968) respaldan esta dimensión de praxiología de la crítica (el lugar del habla, la dimensión del ojo).

Son películas que invierten en el dominio del desorden de los sentidos y en la desestabilización ideológica. Pero no sobreviven apenas del enfrentamiento. Relatan, apuntan, denuncian, al mismo tiempo que interceden, frente a lo que está más protegido.

llorenc-soler-2De esta forma, la construcción de la realidad será siempre mediada por la proposición conversacional. Comunicarse es lo más significativo en estos primeros filmes que apelan a la gramática de la convivencia, que no son apenas lecturas, sino respuestas raras a las anestesias sociales. Será tu Tierra, 1965 y 52 Domingos, 1966 son dos películas que incursionan en una dialéctica fundamental, exigiendo una recusa de la indiferencia: pensar el documental como un juego de espejos que dispone las posiciones abiertas y registradas en una circulación constante.

Según Soler, se trata de comprender lo que necesitamos descentrar. Organizar la transferencia de significados. Saber cuál es el local exacto de los procesos de mediación y por qué ellos, por la forma fílmica, pueden superar las categorizaciones más falsas. Por tanto, el cine de Soler en estas primeras películas, no es apenas un cine militante, reflexivo, que conoce su posición de anti-acomodación en la búsqueda por un enfrentamiento constante con los sistemas vigentes. Tiene lugar como un cine de significados, de intento de crítica y teoría, al mismo tiempo, como si pretendiese conciliar especificidad y alcance.

El tríptico inicial (Será tu Tierra, 1965; 52 Domingos, 1966; D´un temps d´un país, 1968), desea fundamentar una propuesta fílmica que no acepta la diferenciación que se volvería todavía más notable en la década de 1970: por un lado, el cine militante y de denuncia social, siendo Soler unos de los primeros cineastas europeos que desarrolla una obra de aproximación a los migrantes (internos y externos ) y al problema de la incorporación segmentada (Portes, 2010: 85);  desde otra perspectiva, el cine estilístico, experimental, que habla sin ningún complejo sobre composiciones narrativas y estados de lenguaje hegemónicos.

Estas tres primeras obras, narrando las expectativas de sujetos marginales (un grupo de migrantes en Será Tu Tierra, un anónimo aprendiz de torero en 52 Domingos, un cantante políticamente comprometido en D´un temps d´un país) ante un país que busca proyectar una ideología de la pertenencia a partir de imágenes cosmopolitas, realizan un enfrentamiento con la propia discursividad. Lugares construidos fílmicamente con fuerte influencia de los círculos artísticos y de la idea de un cine anti monumental: lo mínimo y lo artístico convergen en un testimonio y en un experimentalismo sin confinamientos.[6]

De este modo, Será Tu Tierra abre toda una cinematografía que se interesará por la fuerza de lo común y la imagen de los sujetos subterráneos, que retratan las dificultades de acceso a las viviendas por parte de los trabajadores de una Barcelona cada vez más superficial, esterilizada en sus avenidas centrales. Revela los problemas de conseguir habitación digna por parte de los inmigrantes que viven en chabolas, en imágenes que serán paradojamente criticadas ya que la película fue un encargo del Patronato Municipal de la Vivienda de Barcelona, manteniéndolo, por tanto, lejos de cualquier exhibición oficial.

52 Domingos a su vez, se introducirá en el universo de los aspirantes a toreros en una realidad paupérrima en la que el sueño de conversión en la profesión difícilmente alcanzable revela un fracaso eminente: la película explora la precariedad de la situación de estar al margen, y al mismo tiempo, trata con valor las ilusiones de los toreros neófitos.

D´un temps d´un país, la realización cinematográfica que cierra esta serie de primeras películas osadas (cámara con posición incómoda, ángulos oblicuos, planos largos, articulaciones verbales entre observadores-observados, etc.) muestra la figura de un canta-autor (Raimon) que se retrata a sí mismo ante canciones críticas al momento político del país, buscando contextualizar la trayectoria del artista (imágenes del barrio pobre donde nació, historia de la familia, influencias musicales) y sus posiciones ideológicas.

llorenc-soler-vanavision-660x400No obstante, es la siguiente película la que de cierta forma revela como el cine de Soler busca generar formas de reflexión en paralelo a una actitud artística. El Largo Viaje Hacia la Ira (1969) es un filme representativo del cine migrante y al mismo tiempo del cine de experimentación. Es una obra estilística en su concepción relacional ya que revela el proceso de desplazamiento a partir de secuencias con migrantes andaluces en la Barcelona del desarrollo sin reparto, a la luz de las dificultades de integrar los rostros anónimos del trabajo de la construcción civil[7].

Las imágenes de primeros planos insistentes, los rostros divididos entre la necesidad de encontrar alguna posibilidad de sentir la seguridad perdida, la tierra próspera. El Largo Viaje Hacia la Ira (1969) describe las insistencias de los cuerpos sobre la dimensión del juego de la espera y de la falsa unidad de representación.

La cámara es cotejada con libertad sobre los cuerpos de los inmigrantes, todos clandestinos, todos considerados parias en un mundo en el que la única forma de sobrevivir es la fuerza física de los brazos – en el límite, el tránsito mudo sobre una especie de organización silenciosa, y abnegada, como única salida para el sujeto que ya nace en tierra extraña. Una tierra en la que se desconoce el universo, un lugar que parece ser enteramente disponible como tierra prometida, y no obstante, se transforma en lugar de ausencias.[8]

El Largo Viaje Hacia la Ira (1969) revelará, por tanto, a un cineasta que comprehende las soluciones estilísticas a partir de la vocación para la emergencia de los rostros retratados (fotogramas de las caras de los inmigrantes atravesando los andamios de la estación de tren), de la abertura al contingente (duración de los planos, miradas frontales a la cámara) y de la atmósfera de proximidad con un mismo y diseminado drama.

La película es estéticamente muy potente al conseguir desarrollar una cámara que está invariablemente alrededor de los cuerpos de los inmigrantes, pero también de los detalles de sus movimientos, de los interiores de las viviendas diminutas, de la dificultad de integrarse. Soler se posiciona como cineasta con vocación para el pensamiento social, al mismo tiempo en el que densifica una atmósfera de apertura para la indeterminación fílmica. No hay planos excedentes. No hay situaciones que no sean envolventes. El lenguaje cinematográfico, conjugado con la fuerte característica amateur, como apunta Benet (2012: 425), muestra un comportamiento con los sujetos retratados, al mismo tiempo que incide sobre los detalles de la supervivencia: los rostros marcan ausencias y entrelazan una alegoría sobre la imagen deshecha (la estación de tren solitaria a la que llegan de todas partes de la España de entonces). Están inspirados en el cineasta más importante para Soler en aquella época, Pasolini, y tratan de producir el pensamiento sobre la alteridad.

Finalmente, la alteridad migrante es observada como un recurso de la experiencia de forma fílmica a través de la “pluralidad de sentidos” (Benet, 2012: 427). La esfera de lo inacabado de sus primeras películas tiene que ver, por tanto, con una ampliación del concepto de alteridad metafórica – los cuerpos habitan la dimensión de la experiencia liminar del desplazamiento.

En este sentido, El Largo Viaje invierte en lo que sería importante en las obras del cineasta, reconocido como uno de los más longevos pioneros en retratar las condiciones de vida de los inmigrantes en la España franquista y posfranquista. La experiencia migrante de El Largo Viaje Hacia la Ira resonará, de cierta forma, en muchas de las películas de su carrera. Sobre todo porque es el punto inaugural de un acto de creación – Soler siempre entenderá el documental como una inspiración imposible de ser directamente obtenida – que diseminará una especie de entendimiento sobre la reflexión social y la marcación poética en las películas en las que se desplaza.

La defensa de los planos objetivos, en los que sobresalen los personajes anónimos en las historias cargadas de testigos libres, mezcla rostros e ideas, paisaje e interioridad, haciendo de la película una especia de naturaleza alegórica.

En este aspecto, la película, para Soler, jamás tendrá lugar en una relación simple entre observado y observable, porque el sentido dialógico de las imágenes está fundamentado en una voluntad de producir libertad. Si El Largo Viaje Hacia la Ira busca en la penuria de los inmigrantes las vidas en pausa, las imágenes son omnipresentes y cargan la elasticidad figurativa de la reflexión autobiográfica y del simbolismo manifiesto de estar siempre en proceso de circulación y arrastre (alejarse es una noción limítrofe en muchos filmes de Soler, ya que las figuras escogidas – gitanos, inmigrantes, ‘parias’, aspirantes a toreros, etcétera)

NE2ZZ8IEntre desplazamientos y contingencias, en las película de Soler sobre inmigrantes (El Largo Viaje Hacia la Ira; Ciudadanos bajo Sospecha, 1990; Apuntes para una Odisea Soriana Interpretada por Negros, 2005; Saïd, 1999) hay un volumen significativo de imágenes a partir de una explicita relación entre el ensayo y el clasicismo (Guardia, 2012: 294).

No obstante, el hecho de rechazar la figuración se dimensiona de modo bastante precoz en la historia del cine documental español (Romaguera-Ramió y Soler, 2006: 33), entre un cine de posición más experimental y un cine que maneja los códigos más convencionales – intentado combinar consistencia alegórica y fugacidad narrativa. Las derivas narrativas en los documentales de Soler sobre migración, tensan las presencias anónimas y las voces-testimonios. Pero, de forma intencionada, no hacen sociología de las migraciones porque la duración indeterminada de los planos, la atención a los detalles y la alegorización, problematizan y exploran la forma fílmica como un acto artístico.

Las películas de Soler, hablan de la condición de emergencia migrante; entre presencias y registros, el esquema etnográfico da lugar a la interpretación de la experiencia y, en este sentido, el filme también es un encuentro. Producciones sobre la condición invisible, sobre la ‘oficialidad ‘de las historias institucionales que propagan ocultación y adhesión a una realidad mediatizada. Por eso, para Soler, el filme también es una película denuncia. Es a la vez una apertura a la experiencia autorreflexiva y dirigida al cuestionamiento de las historias de los que luchan por el reconocimiento y supervivencia[9].

La ambivalencia intencional de los discursos migrantes y de la experiencia del propio cineasta como un “desplazado”, hace parte de estas películas que consiguen disponer un entreacto de imaginarios (la realidad del artista, la acogida de lo cotidiano, la deriva de los personajes). Reflejados en la incertidumbre de la imagen como elemento de figuración de los rostros, la emigración se convierte en un asunto recurrente (Bienvenido León, 2012: 76) – la cámara está constantemente en situación de producción de lo inesperado. Las películas articulan una serie de micro relatos y sutiles condiciones observacionales de los que viven en situación de continua indefinición, de los que reciben la desconfianza como una tarjeta de visita (Ciudadanos bajo Sospecha; Apuntes para una Odisea Soriana Interpretada por Negros).

De cierta forma, esta perspectiva refleja una posición original sobre el campo del documental y la frontera entre lo fílmico y lo personal (el autor como un migrante, la migración como la propia vida). Por tanto, los documentales que hablan de los migrantes a lo largo de la trayectoria eclética del cineasta, son articulaciones entre la visión de cómo enfrentar los límites del lenguaje y como retratar a aquellos que traspasan fronteras[10].

En definitiva, la película se convierte en portavoz crítica de la insensibilidad interna de los textos, objeto de estudio revelada en los testimonios cogidos sin pretensión etnográfica, sin exceso de obsesión por el registro. Como escribe Escudero (2014: 29), la alteridad pesimista se explora en la película a partir de las construcciones sobre la identidad paradigmática. Ciudadanos bajo Sospecha, desarrolla la realidad social ante su heterogeneidad constitutiva (Nair, 2010: 51). Siempre en primeros planos profundos, el filme diseca los límites entre texto e imagen, y trata los sujetos filmados en relación a su capacidad de pensar los límites de la experiencia migratoria[11].

En este aspecto, Ciudadanos… expone frontalmente la necesidad de descategorizar la figura de los sujetos filmados, pensados como potencias humanas, rostros con voz y con nombre. Y por tanto, la película no deja de ser un filme que señala la poca profundidad del tratamiento mediático – una mirada sobre mano de obra y no sobre llegada de culturas – justamente en un momento de nueva edificación europea (el nuevo mito de la europeización posterior a la caída del muro). Al crear una película sobre los inmigrantes africanos en Barcelona 1990, Soler problematiza la ciudadanía como un proceso de residencia, y no de nacionalidad.

El discurso de Agnes Agboton, senegalesa casada con un barcelonés, escritora y madre de dos hijos, revela la fuerza de los estereotipos cuando la insistencia metadiscursiva propaga la idea de choque cultural (Zapata–Barrero, 2007: 48). El encuadre irrumpe en una aproximación humana y lenta de la voz femenina, en una sintaxis de registro visible y registro oculto: el uso de imágenes fotográficas familiares acompaña el testimonio sobre la propia historia como la historia de la experiencia del tránsito, dispuesta a romper barreras socio-históricas.

Bajo esa óptica, Ciudadanos… es una película sobre narraciones de corte literario porque la voz es figura clave para pensar el dominio de las representaciones migrantes dentro del ámbito de la posesión de los discursos (mediáticos) que anulan la subjetividad de aquellos que, en la España de la década de 1990, son vistos a partir de la idea colectiva invasionista. Si la película busca las voces migrantes africanas desde la temática de la nostalgia de la pertenencia, la zona de sentidos entre texto, rostro y voz, dialectiza la experiencia de la alteridad a partir de la ciudadanía plural (Portes, 2010: 85).

La película critica la idea de la insistencia en la visión de choque, cuando los inmigrantes hablan abiertamente del pertenecer como un proceso abierto, ante la visión de que el buen inmigrante, como escribe Nacify (2001: 33) y también Teixeira (2016: 15) sobre el cine diaspórico, es aquel que vuelve sin dejar rastros.

Quince años después, el tercer documental de Soler sobre la alteridad migrante, Apuntes para una Odisea Soriana interpretada por Negros (2005), profundiza en la densidad de las declaraciones de Ciudadanos al configurar las relaciones de un grupo de africanos en la provincia de Soria, lugar en el que el propio Soler buscaría exilio voluntario cinco años antes. Caracterizada por ser una de las regiones menos pobladas de España y con una de las menores densidades demográficas del país, es un espacio que continua necesitando personas para seguir manteniendo, mínimamente, los recursos regionales: la película explora la dificultad de interpretación de los inmigrantes dentro del alcance de las representaciones negativas.

Apuntes… destaca la trayectoria de cuatro inmigrantes africanos aislados en la Soria profunda, contrastando las experiencias interculturales con el racismo y la xenofobia incipientes. Soler observa la condición de la alteridad diferencialista, interponiendo las expectativas de los inmigrantes con los diálogos de los ciudadanos sorianos. Existe una apertura al dejar narrar la formación de los extrañamientos, cotejando derivas entre los personajes negros y el entorno lleno de representaciones del pasado: la exposición de los inmigrantes en contraste con las fiestas tradicionales y ceremonias católicas antiguas, las fracturas entre el tiempo de esperar para ser admitido en una sociedad cerrada y construida a partir de la idea de choque.

En este sentido, Apuntes… redimensiona la cuestión de la presencia inmigrante en la España de la primera mitad de los años 2000, a través de un juego entre ficción y realidad, interponiendo memoria, sentido e imaginario al recorrer los testimonios de los inmigrantes y de los sorianos. Con ello se pretende pensar en la sistematicidad negativa de los regímenes de incorporación en expresiones unilaterales[12].

slide2La película explora los diferentes niveles de los relatos y contrasta la historia de la posesión de imaginarios en un trato vocacional que muestra que nada corresponde a la dimensión histórica de la región: tradicionalmente tierra de emigrantes y a pesar de la sentida necesidad demográfica y económica, sigue responsabilizando el inmigrante.

Los primeros planos pausados inscriben la película a metafóricamente: Soler explora los gestos mínimos y las miradas físicas para valorizar la presencia de los inmigrantes cuando andan, observados como si caminasen desnudos en plena Soria, en medio de sus tradiciones y festividades santas[13].

La acción fílmica se denota en el cuidado con el que las voces inmigrantes son entretejidas en las estrategias del retrato, de la preferencia por los primeros planos lentos, en las bases subliminares de los sucesivos rostros humanos que vemos con el inseparable trabajo de pensar la forma fílmica en relación a las fisionomías.

En este sentido, no existe exceso en la sensorialización de la diferencia. La película siempre quiere el diálogo que la sociedad no propone. De cierto modo, los planes son dilatados porque la voz puede ser inesperada y emergente. El relato es el impulsor de ausencias, de las dinámicas intertextuales entre los discursos migrantes y los pesimismos de los autóctonos.[14]

En Apuntes para una Odisea Soriana Interpretada por Negros, el uso de los testimonios in situ, el acompañar fílmico de los inmigrantes en las calles sorianas, la presencia de planos sin voz, inscribe la película en una especie de fisiología de cuerpos que no son vistos (como sujetos) y sujetos que son observados, olvidando la memoria histórica de sus propias condiciones (migrantes, desplazados).

Apuntes es, por tanto, una película sobre la urgencia periódica de las migraciones en las realidades sociales pasadas y contemporáneas. Expone la fuerza de los relatos y de las trayectorias de vida dedicadas a las condiciones de las fronteras, de los impedimentos sucesivos en la participación intercultural. Pero nunca es una relación simple entre lo expuesto y lo interpretable. Las discursividades migrantes son emergentes porque se refieren, al mismo tiempo, a la dimensión personal y a la alegoría cinematográfica.

En este sentido, Apuntes… trae la condición humana en relación a la condición personal. La presencia personalista, incondicional de los inmigrantes se ensaya sobre la forma narrada – en la que el observador también es observado y está en el exilio.

Conclusión: El compromiso con la ‘soldadura’ de la diferencia

La temática migratoria atraviesa cuatro décadas de filmografía en Soler. Proviene de la naturaleza errante del cineasta para cuestionar los límites entre la ficción del territorio y la rudeza de la frontera. Esta condición se asienta en la perspectiva de que la mirada hipertrofiada de los autóctonos, se limita a reproducir los nacionalismos estableciendo estándares de inclusión y exclusión como elementos clave de la política de identidad.

Desde El Largo Viaje Hacia la Ira (1969) a Apuntes para una Odisea Soriana Interpretada por Negros, 2005, la alteridad inmigrante es disecada a partir de una proposición – reflexiva, sensible, propia e intuitiva – que observa a aquellos que son constantemente observados sobre el peso de la alegoría. Sus rostros anónimos imposibilitados de construir sus propias imágenes, sus propios cuerpos limitados a la objetificación. El cine migratorio documental es, por tanto, un movimiento reflexivo e innovador en la perspectiva de Soler, que se establece como un diálogo entre cine político español y cine de lo cotidiano.

De cierta forma, refleja una argumentación original sobre el campo del documental y la frontera entre lo fílmico y lo personal – el autor como migrante, la migración como la propia vida. Soler, un cineasta errante y trasfronterizo, pionero en manifestarse contra todas las formas de reduccionismo y categorización, trata en muchas de sus películas sobre el problema de la reflexión social y de la profundidad de la experiencia.

En este sentido, Largo Viaje Hacia la Ira; Ciudadanos bajo Sospecha, 1990; Apuntes para una Odisea Soriana Interpretada por Negros, 2005; e incluso Saïd (1999), que es una construcción ficcional interpuesta por el lenguaje del documental, se resisten a ser apenas cautelosas, vívidas y humanas valorizaciones de las subjetividades negadas.

Son películas que se inscriben como tales en múltiples procesos de aprendizaje de la alteridad más radical: desde el cinematógrafo a su relación entre lo orgánico (el cuerpo del cineasta) y la indeterminación.

En este aspecto, en Soler, toda forma fílmica se establece cuando se piensa en ella como un proceso de apertura. Las películas con temática migratoria son filmes sobre esa imposibilidad de enfrentarse a la relación.

Es justamente ese deseo de relación, de diagramar sentidos y miradas a partir de las ganas de estar junto al otro, de escucharle, de aprenderlo mil veces. Las películas que trabajan directamente con la producción de los desplazamientos migratorios, en la obra de Soler, repudian la posibilidad de pertenecer sin estar inscrito, en un digno esfuerzo por escuchar al otro.

 

Bibliografía

Benet, Vicente (2012), “Entre Compromiso Social y El Experimentalismo: El Estilo de Los Primeros Filmes de Llorenç Soler” en FRANCÉS, Miquel (eds.). La Mirada Comprometida. Madrid: Biblioteca Nueva.

Escurdero, Pablo Martín (2014), Cine Documental e Inmigración en España: Una Lectura Sociocrítica. Madrid: Comunicación Social ediciones y publicaciones. 

Francés, Miquel (eds.) (2012), La Mirada Comprometida. Madrid: Biblioteca Nueva.

Guardia, Isadora (2012), “Arriesgar la Vida: El Compromiso Clandestino con La Realidad en la Obra de Soler (1968-1970)” en Francés, Miquel (Org.). La Mirada Comprometida. Madrid: Biblioteca Nueva.

Larraz, Emmanuel (2006), “Les Images de la Galice dans les Documentaires de Lorenzo Soler”. Hispanística XX, número 23, p. 35-53.

Larraz, Emmanuel (2012), “La Soledad Creativa de un Soriano de Adopción” en FRANCÉS, Miquel (eds.). La Mirada Comprometida. Madrid: Biblioteca Nueva.

León, Bienvenido (2012), “Contar Historias Reales: una Radiografía de la Narrativa de Llorenç Soler” en Francés, Miquel (Org.). La Mirada Comprometida. Madrid: Biblioteca Nueva.

Macdougall, David (1999), Transcultural Cinema. Princeton: Princeton University Press.

Naficy, Hamid (2001), An Accented Cinema: Exilic and Diasporing Filmmaking. Princeton: Princeton University Press.

Nair, Sami (2010), La Europa Mestiza: Inmigración, Ciudadania, Codesarollo. Madrid: Galaxia Gutemberg.

Nash, Mary (2005), Inmigrantes en Nuestro Espejo: Inmigración y Discurso Periodístico en la Prensa Española. Barcelona: Icaria Antrazyt.

Portes, Alejandro (2010), “Inmigration Theory for a New Century: Some Problems and Opportunities”. Journal of Political Economy. v. 70. p. 83-93.

Romaguera I Ramió, Joaquim; Soler, Llorenç (2006), Historia Crítica y Documentada del Cine Independiente en España: 1955-1975. Barcelona: Laertes.

Teixeira, Rafael (2016), Cine Diaspórico Iberoamericano: Fronteras, Itinerarios y Transculturalismos. Barcelona: Editorial UOC-InCom UAB.

Todorov, Tzvetan (2013), El Miedo a los Barbaros. Barcelona: Galaxia Gutenberg.

Torreiro, Casimiro. Del Tardofranquismo a la Democracia (1969-1982) (1995), en Torreiro, Casimiro; Gubern, Román; Monterde, José Enrique; Perucha, José Pérez; Riambau, Estebe (eds.)  Historia del Cine Español. Madrid: Cátedra.

Youngblood, Gene (1970), Expanded Cinema. Nueva York: P. Dutton & Co.

Zapata-Barrero, Ricard (2007), Discursos sobre la Inmigración en España: Los Medios de Comunicación, Los Parlamentos, las Administraciones. Barcelona: Fundación Cidob.

Notas

[1] Llorenç Soler nace en Valencia (1936) y desarrolla sus actividades de director, realizador de documentales para cine y televisión, profesor (Escuela de Valencia) y teórico de cine, pintor y poeta, ensayista y ‘hombre de los márgenes”, como a él le gusta declararse, a lo largo de más de cuatro décadas de trabajos como artista comprometido con un pensamiento social. La fuerza de su mirada como cineasta, enfatizada principalmente en sus trabajos como documentalista de cine fronterizo, aparece en más de cien obras audiovisuales, incluyendo películas fundamentales de su primera etapa como documentalista: 52 Domingos (1967), El Largo Viaje Hacia la Ira (1969), Sobrevivir en Mauthausen (1975), Gitanos sin Romancero (1976), etc., hasta filmes más recientes sobre ensayos poéticos y reflexiones de personajes olvidados:  Francisco Boix: Un Fotógrafo en el Infierno  (2000), Max Aub: Un Escritor en su Labirinto (2002), Del Roig al Blau (2005), El Hombre que Sonreía a la Muerte (2006), Veinte Proposiciones para un Silencio Habitado (2007). Además, tiene tres obras de ficción en largometrajes: Said (1999), Lola Vende Cá (2000) y Vida de Familia (2007) y una extensión de obra ensayística conceptual en libros sobre la teoría del documental.

[2] El período franquista se determina por la funcionalidad fílmica incorporada en dos polaridades cinematográficas mayoritarias, como discute Torreiro (1995: 378): películas bajo el respaldo de visiones oficialistas del gobierno dictatorial y películas con posiciones – más latentes o más manifiestas – de crítica a la visión intervencionista del régimen. En relación al cine independiente, tal y como escribe Benet (2012: 372), se encuentran cineastas que buscan la realización de un cine social directo – que prima por el choque y por la narratividad que denuncia los modelos hegemónicos capitalistas – y directores que dirigen esta ruptura a partir de modelos experimentales, avanzando sobre expresividades estilísticas y códigos fílmicos dominantes.

[3] Cinéma Verité, Cinema Novo, Cine Marginal, cine underground, pop-art, Cinétracts, cine lúmico español, cine performático, etc.

[4] El cine que se inspira en los procesos de intermedialización y en el concepto de ‘cine expandido’ de Younblood (1970: 124), disecando el propio aparato cinematográfico como vinculación a una ideología dominante y avanzando sobre formas fílmicas en cierto sentido conectado al cine de los primeros vanguardistas históricos (Man Ray, Fernand Léger, Dziga Vertov, Oskar Fischinger, Buñuel y Dalí…).

[5] Aquello que se procesa en un cine intertextual (Macdougall, 1999: 63)

[6] Tal y como apunta Benet (2012: 260), la asistencia frecuente a los círculos artísticos y la influencia del cineclubismo de la década de 1960, el entusiasmo con los movimientos de vanguardia y las relaciones con el cine experimental, deben haber contribuido fuertemente para que los primeros filmes de Soler busquen esta mediación de referencias.

[7] Una película que de cierta forma resuena treinta años después en el documental de José Guerin “En Construcción” (2000), a partir de una Barcelona que sigue necesitando a sus inmigrantes, parias, anónimos, a los márgenes del desarrollo inmobiliario, en este caso, en el barrio del Raval.

[8] Ahora, más de cuarenta años después, en el documental de Icíar Bollaín “En Tierra Extraña” (2014), cuando la búsqueda de la tierra prometida resuena en un mundo repentinamente inhóspito, en el extranjero cada vez más distante, en la voz de uno de sus personajes: “Maldita patria que no da de comer a sus hijos…eso me dijo un español, a lágrima suelta, en Alemania y nunca se me olvida”.

[9] Las películas secuencialmente posteriores a la década de 1960 (Filme sin Nombre, 1970; Carnet de Identidad, 1969; El Altoparlante, 1970) como intensificadoras de una etapa en la que la crónica social comprometida se perfila por la reflexión sobre la cuestión de la (auto) imagen como una imagen de la representación (in)comunicativa de una historia de ausencias; la película-denuncia entremezclada con un cine aforístico, detalle a detalle sobre los procesos de significación de un mundo cada vez más extraño y nocivo a la figura de la alteridad positiva.

[10] Frontera en un sentido liminar y relacional al mismo tiempo, punto de articulación en el que el enfrentamiento tiene lugar bajo una forma más directa y constante.

[11] El paisaje de la detracción original, sus causas específicas, sus deseos comunes; este es el punto central en la articulación de los discursos, varias veces impregnados de nostalgia, varias veces escritos con la posición ante la pérdida de referencias que es todo el proceso de desplazamiento, al mismo tiempo que contempla la apertura a lo nuevo; la voluntad – infelizmente unilateral – de integración, el ansia por la definición y reconocimiento como sujeto y como cultura (Todorov, 2013: 32).

[12] Los testimonios de los sorianos sobre la “amenaza” de la presencia del “exceso” de negros en las calles, la utilización de expresiones que provienen de los medios para intentar interpretar un fenómeno particular y subjetivo: expresiones mediáticas reproducidas en las oralidades como “avalancha’, “invasión”, etc.; Mary Nash (2005: 105) escribe sobre la densidad de estas expresiones y terminologías, retiradas fundamentalmente de los medios norteamericanos y franceses, para ayudar a crear un discurso nominológico que sustenta una visión descontrolada y bastante distante de la realidad social (la presencia necesaria de los inmigrantes) por parte de los medios de comunicación españoles.

[13] La propia discusión, subyacente en toda la película, sobre la cuestión de la “autoctonía” y de la presencialidad es emergente en la meditación auto-critica de la imagen. Al revelar momentos de ruptura entre discurso y representación, la película señala la imprevisibilidad del lugar del encuentro como una riqueza que se pierde en la preferencia por la dramatización de la alteridad en bases mediáticas.

[14] No se desarrolla tergiversación en este formato, porque el documental narrado es salvajemente construido por la subjetividad urgente, reivindicatoria, necesaria. Pequeños aforismos que buscan la dignidad partida de la realidad no comprendida porque no se acepta, por parte de los que miran (más que ver) la dimensión individual y humana de aquel que llega. Es decir, de aquel que aporta, que trae y permite el conocimiento.

El documental migratorio en la cinematografía española: Balseros y En Construcción

Descargar texto

Eduardo Tulio Baggio Rafael Tassi Teixeira

Resumen[1]

El artículo explora los procesos de movilidad transterritorial y la intersección con los sujetos de los desplazamientos desde la perspectiva de las relaciones entre reflexibilidad estilística y condición errante en dos documentales corales en la historia de las películas migratorias: Balseros (Carles Bosch y Josep Maria Domènech, 2002) y En Construcción (José Luis Guerín, 2000). Ambos revelan la portabilidad migrante y las ficciones de origen, tanto en la sociedad de hospedaje como en los lugares de partida. La temática migratoria está establecida en las narrativas de los sujetos de la migración, sus dramas cotidianos, márgenes de la sensibilidad que hacen explícita la diacrítica de significados.

Palabras clave

Transculturalidad; narrativas inmigrantes; documentales migratorios; cinema ibero-americano; cinematografía española

Abstract

The article explores the transterritorial mobility processes and the intersection with the displacement subjects from the perspective of relations between stylistic reflectivity and errant condition in two corals documentaries in the history of migration films in Spanish context: Balseros (Carles Bosch and Josep Maria Domènech, 2002) and En Construcción (José Luis Guerín, 2000). Both films reveal the migrant portability and the fictions of origin both in the hosting society as in (multiple) departure places. The immigration issue is established in the narratives of the migration subjects, their daily dramas and small strangeness, sensitivity margins tighten the diacritical meanings.

Keywords

Transculturality;  immigrant narratives;  migratory documentaries; iberoamerican film; spanish cinematography

Resumo

O artigo explora os processos de mobilidade transterritorial e a intersecção com os sujeitos dos deslocamentos desde a perspectiva das relações entre reflexividade estilística e condição errante em dois documentários corais na história dos filmes migratórios: Balseros (Carles Bosch e Josep Maria Domènech, 2002) e En Construcción (José Luis Guerín, 2000). Ambos revelam a portabilidade migrante e as ficções de origem tanto na sociedade de hospedagem como nos lugares de partida. A temática migratória está estabelecida nas narrativas dos sujeitos da migração, seus dramas cotidianos, margens da sensibilidade que explicitam a diacrítica de significados.

Palavras-chave

Transculturalidade; narrativas imigrantes; documentários migratórios; cinema ibero-americano; cinematografia espanhola

Datos de los autores

Eduardo Tulio Baggio. Doctor en Comunicación y Semiótica por la PUC-SP con la tesis “De la teoría a la experiencia de realización del documental fílmico”. Líder del grupo de investigación Cine: Creación y Reflexión (UNESPAR/CNPQ), miembro coordinador del GT La Teoría de los Cineastas de la AIM (Asociación de Investigadores de la Imagen en Movimiento) y profesor del curso Cine y Vídeo de la Universidad Estadual de Paraná (UNESPAR). baggioeduardo@gmail.com

Rafael Tassi Teixeira. Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (2004). Profesor del Programa de Maestría y Doctorado (PPGCOM) en Comunicación y Lenguajes de la UTP/PR y Profesor Adjunto de la UNESPAR\FAP (Sociología del Arte y Estudios Culturales). Actualmente, es Vice-Coordinador (desde 2014) del Programa de Posgrado en Comunicación y Lenguajes (PPGCom\UTP). rafatassiteixeira@hotmail.com

Fecha de recepción: 29 de abril de 2016

Fecha de aprobación: 24 de mayo de 2016

 

En Construccion (José Luis Guerín, 2000) es una película documental pensada en el abordaje observacional, a pesar de usar también imágenes de archivo y situaciones de interacción entre el equipo de realización y los intervinientes. Paralelamente a su carácter de “observer” (Barnouw, 1983: 231), la película se aproxima a la ficción cinematográfica en una confusión premeditada y esencial, ya que al conducir la construcción de la mise-en-scène el director nos coloca ante una metáfora poderosa con el universo que aborda, una especie de mise-en-abyme metafórica.

El carácter de observación de la película acaba por generar un alto grado de transparencia en el discurso cinematográfico (Xavier, 1984), sugiriendo al público que la intervención por parte de los realizadores es baja. Se trata de una búsqueda por la exención ante los hechos que son objeto del abordaje documental. En la tradición del cine documental hubo películas que fueron radicales en este sentido; preconizaban que “el autor nunca debería interferir en los acontecimientos, no hacer uso de comentarios ni de entrevistas, ni de subtítulos, ni recurrir a la reconstitución de los hechos”. (Penafria, 2004: 210). El caso de En Construcción es más sutil, especialmente porque hay una propuesta transitoria entre documental y aspectos de ficción.

En_construcci_n-444221627-largeAl transitar, en algunos momentos, entre lo que es propio del documental y lo que lo es de la ficción, el filme nos posibilita mirar hacia sus estrategias de abordaje. Esto tiene lugar, por un lado, cuando tenemos una “decopauge” típica de una ficción narrativa, como en algunos diálogos de la joven pareja protagonista (una prostituta  y un albañil marroquí), donde se encuentran presentes elementos como la proximidad espacio-temporal y la fracción de la escena, características de lo que se conoce como el montaje clásico del cine ficcional (Costa, 2006:44). Por otro lado, una secuencia con imágenes de archivo, montada como en la primera escena de la película, nos ofrece una postura típicamente documental.

Esta escena de abertura es un buen ejemplo de cómo pueden ser potentes las imágenes de archivo, inclusive en un documental como En Construcción, donde apenas tenemos esta secuencia con este tipo de imagen, con poco más de un minuto de duración. Sin embargo, esta secuencia es reveladora de la propuesta de la película, de la idea orientadora de abordar un proceso de alteración en un barrio de Barcelona y en las vidas de las personas que viven allí. Nos presentan las aserciones históricas del barrio de Raval a través de estas imágenes en el momento en el que aparecen y son articuladas por el montaje de la película, ya que, en principio, “una imagen de archivo es una imagen indescifrable y sin sentido hasta que no sea trabajada en el montaje” (França;Lins; Rezende, 2011: 57). Por tanto, el sentido dado por el montaje, fundamental en cualquier película, gana un valor más destacado en En Construcción, que nos conduce por la alternancia de las secuencias que abordan los diversos personajes y sus hábitats.

En diversas secuencias de la película prevalece el carácter de observación, bastante común en el cine documental desde los años 50. Al comienzo del documental hay una escena en la que un señor parece que está siendo grabado sin darse cuenta, mientras está solo en una calle y habla sobre la diferencia de la urbanización de Londres con relación a Barcelona. Otras escenas siguen el mismo patrón de observación casi voyeurisitica, con figurantes que parecen no darse cuenta de que les están grabando. Otros están claramente conscientes de que están siendo grabados en sus acciones del día a día, que serán parte fundamental del enredo que alterna las pequeñas narrativas cotidianas con la gran narrativa de la construcción, siempre manteniendo la distancia de observación.

Pero es en otro tipo de registro, el tercero que forma la estructura de la película, en el que encontramos algo relativamente inusual y que trae la originalidad y contundencia para el documental. Se trata de la organización de la mise-en-scène en pro del destaque de algunos personajes, en especial el de una pareja bastante joven. La forma en la que son abordados e incorporan la narrativa general del filme sugiere una ruptura, un lugar propio para que puedan desarrollar su micro historia que se relaciona con la película como un todo, pero al mismo tiempo manteniendo la distancia. Exclusivamente para esta pareja existe un sentido casi ficcional al ser grabados en un régimen de “decoupage” muy particular, en el que sus acciones y diálogos son enmarcados por encuadramientos pensados para que puedan seguir cortes específicos en la edición y transfieran esta otra dimensión fílmica dentro del propio filme.  Hay un distanciamiento en relación a los otros personajes que queda demostrado por la interacción de la pareja con los otros.

Uno de los aspectos más originales de la película de José Luis Guerín está justamente en el hecho de que su estructura multifacética, entre varios personajes, sigue una alternancia típica del cine clásico, en su estilo “altamente codificado”  (Bordwell, 2005: 298), pero sin que estos persoanajes presenten, necesariamente, relaciones directas entre sí. De esta forma, tenemos una narrativa que usa principios de lenguaje de causa y efecto, en su paralelismo, pero sin que esta lógica causal se aplique al sentido narrativo, de relacion entre los personajes. Lo que los unes es el edificio en obras.

En un análisis minucioso de Longi Gil Puértolas, existe la constatación de que En Construcción no puede ser pensado de forma estructural de comienzo, medio y fin, sino que necesita ser entendido en sus personajes y sus relaciones con el edificio, el barrio y la ciudad, los cuales constituyen un ambiente más que un tema. Puértolas considera que la película contiene siete tramas: A – prostitutas del barrio chino; B – Atar y sus amigos; C – Juan e Iván; D – Juan Manuel y Sonia; E – Juan López, los albaneses y los niños; F – Abdel Aziz, Santiago Segade y Abdelsalam; G – agente inmobiliario y los nuevos vecinos (Puértolas, 2010: 31). Entre ellos, las distancias de los orígenes étnicos, geográficos, económicos y sociales, como entre un inmigrante marroquí con formación académica y un gallego realista y alcohólico (Penafria, 2011: 252).

El cine cumplió un papel, como escribe D`Lugo (2012: 16), determinante en la contraofensiva del discurso de xenofobismos imaginarios sucesivos. En Construcción, una de las películas más destacadas de esta transformación, surgida al inicio de la década, apunta para el papel de la sociedad española frente a la producción de su nueva imagen (receptora de colectivos), estableciendo un puente profundamente sensible con la configuración intercultural y la lectura representativamente positiva de las intersecciones entre sociedades de espera y sociedades de llegada.

La cinematografía migratoria en España, en este sentido, aumenta con la percepción del fenómeno, y tal como presenta Santaolalla (2005), En Construcción es una de las películas que establece un punto de inflexión importante en los discursos comunicacionales en la España de entonces. Cine que prácticamente captura y avanza en las desconstrucciones de las relaciones binarias (autóctonos x distanciados), acercando la temática de la convivialidad para el proceso de formación intercultural [el escenario del barrio barcelonés del Raval de los años 2000, a la luz de las intensas transformaciones sociales y arquitectónicas de la segunda mitad de los 90, que parece exhibir el propio proceso histórico cuando este resiste en las miradas extranjeras].

Con una serie de intersecciones que cohabitan la temática de la frontera – reconfiguraciones interétnicas, límites entre pasado y profano, interpelaciones metafísicas y poéticas transculturales – el filme de José Luis Guerín surge en la cinematografías española como un ejercicio metapoético de condición de la retórica de la destrucción (Jeudy, 1990). Exponiendo de esta forma, un barrio barcelonés configurado en el proceso de desplazamiento de los habitantes – el Raval encallado en un pasado que emerge constantemente, y no obstante, profano y distante – produce discursividades fílmicas a partir de capturas poéticas: una pareja de jóvenes pobres que vive en un apartamento al borde de la demolición, un maestro de obras que toma medidas para un nuevo edificio mientras compañeros dialogan con un inmigrante marroquí, un anciano que, observador de restos, colecciona objetos descartados por el camino.[2]

De esta manera, En Construcción inaugura prácticamente (Escudero, 2014) un puente importante con el documental de creación, reverberando más tarde en películas sobre la dialéctica de lo cotidiano, transformándose en representación autofágica.[3] El documental explora la ruina como fundadora del imaginario histórico, según escribe Jeudy (1990: 18), en un “juego de muerte y memoria”, establecido en las miradas de los vecinos de la Barcelona europeísta y la profundidad de las pequeñas historias que se derraman sobre las paredes que son retiradas: la joven prostituta y su relación amorosa con su novio, el albañil marroquí y su metafísica transcultural, un padre que anima a su hijo a un oficio predestinado a la inexistencia, un anciano coleccionista de objetos encontrados entre los escombros.

En la película de Guerín, la imagen de la trascendencia de la historia representativamente ocupada por la territorialización de la cultura, es observada como un proceso de construcción afectiva del encuentro con un pasado hecho de formas que irrumpen – los sólidos esqueletos que surgen de los descubrimientos inesperados – junto a la sorpresa por el propio proceso de excavación.

La poética migratoria es el factor de conexión colectiva entre un desorden de llegada y el estado de desubicación visto, en la película, en la voz del poeta marroquí que necesita imitar el sueño de pertenencia para neutralizar el trauma de la disolución del proceso negado del encuentro. Por la periferia de las imágenes, observamos los detritos de las construcciones muertas por el paso del tiempo, la serie de edificios dobles que surgen, antes de preservar la dinámica del pasado en los pequeños silencios que están en aquello que Jeudy (1990: 53) llama de “múltiples relaciones con objetos, locales y seres”.

El “traumatismo de la destrucción”, como dice Jeudy (1990: 34), transporta para el centro de la desaparición la objetificación idealizada de lo nuevo, mientras los recursos utilizados imponen un esquema de contemplación casi etnográfico de los habitantes del barrio, que escavan sus propios lugares como si escavasen los cementerios en los que los muros están dormidos. Ante el deseo transformativo y europeísta de la Barcelona pos-Juegos Olímpicos, por tanto, la película muestra la práctica de la hecatombe y la simbolización de un nuevo proceso que, reconfigurado a partir de la contención subrepticia de lo propio, surge como la febril descaracterización de lo que un día fue el lugar relacional de la identidad.

De este modo, el documental de Guerín, realizado junto a muchos alumnos y colaboradores, piensa la idea de la transformación no a partir de la angustia de la desaparición sino de la práctica de los múltiples sentidos que coexisten entre local y comunidad. Con sus ojos dirigidos al descascarillado de las casas y de los apartamentos, la película avanza y profana la condición estética, al mismo tiempo que critica la nueva idealización cultural. Se desarrolla cuando la sustitución del centro de la cultura es repetida por una lógica estratigráfica que olvida pensar en las temporalidades y la duración de la imagen – de la ruina, de la sedimentación – como uno de los pilares de la organización de la consciencia.

La temática de la migración se revela en estas formas al exponer, en los diálogos poetizados del inmigrante africano, una crítica del acceso a lo nuevo como una vía de lo social basado en la desechabilidad y en la lógica de la obsolescencia.  La rígida duración de la imagen, en una cultura técnica que administra los lugares como camadas de supervivencias hechas de destrucciones sucesivas, es uno de los énfasis abiertos del filme de Guerín, al exponer cómo las imágenes no organizadas a partir de los espectros que las volvieron necesidades, llevan a la autodestrucción de la realidad.

En Construcción, por tanto, se basa en la potencialidad de los diálogos migratorios y en los juegos de miradas autóctonos, despertenecidos y escafandristas, que reorganizan el acontecimiento transformativo (la modificación imperiosa de los lugares) por el modo en el que observan la desocialización de la memoria. En el nuevo patrimonio de un real que surge por la retirada abrupta de la imagística colectiva – permitida apenas en los escombros – el acontecimiento es borrado por los efectos de la destrucción, sin dejar espacio para que los habitantes continúen produciendo el pensamiento histórico.

El monólogo del migrante marroquí, en el centro de la noche, en un edificio en ruinas, expone la incidencia del imaginario que se derrama siempre hacia el movimiento de interpretación de la realidad. La “memoria quiere sus ruinas” (Jeudy, 1990. P. 134) y la duración de esta posibilidad, según observada en el documental de Guerín, se concentra como la necesidad emergente de formar la comprensión histórica en la configuración de los relatos, comprendiendo que las identidades culturales crecen en el lugar en el que las expresiones de lo vivido pueden ser, al iniciarse, establecidas sobre el valor simbólico de la disposición de la convivencia.

Temática migratoria, representaciones icónicas y la liminalidad de la ausencia en Balseros

Balseros (Carles Bosch e Josep Maria Domènech, 2002) es un documental que acompañó el proceso de salida, trayectoria e adaptabilidad de siete cubanos y sus familias durante los días anteriores a la inmersión oceánica, utilizando balsas de confección artesanal improvisadas para cruzar el mar en busca del sueño americano. Codirigido por Carles Bosch e Josep Maria Domènech, con colaboración en el guion de David Trueba, el documental fue inicialmente realizado para un programa de televisión, con duración de treinta minutos. Cinco años más tarde, con los mismo realizadores volviendo a la isla y al estado de Florida para acompañar las historias de vida de los siete cubanos emigrados y el desarrollo con sus respectivas familias, las cuales se quedaron atrás, la película fue ampliada.

Se trata de un documental grabado durante varios años, desde 1994, año en el que muchos cubanos se lanzaron al mar en un intento de llegar a los Estados Unidos, hasta el inicio de los años 2000, cuando muchas de las expectativas de estas personas ya estaban concretadas o habían desaparecido. Con el foco puesto en siete personajes principales y sus relaciones familiares, los directores abordan esta historia multifacética siguiendo diferentes “modos de representación” (Nichols, 2005: 135), observando, participando y exponiendo sus puntos de vista, especialmente a través de las elecciones del uso del lenguaje cinematográfico. En la abertura de la película, que sirve también para presentar los créditos, hay una sucesión de imágenes recortadas y que se sobreponen, evocando un sentido nostálgico. Esa nostalgia surge tanto de la banda sonora melancólica como de lo que las imágenes describen, como encuentros, la vida urbana antigua de la Habana, o el propio desplazamiento de las balsas que están huyendo.

La primera secuencia después de los créditos, presenta una dinámica fílmica muy típica en el cine documental, las imágenes de carácter observacional mezcladas con una voz que no sabemos de quien es, pero    que reemplaza al narrador, de una voz over, algo propio de un documentalista que asume el papel de “catalyst” (Barnouw, 1983: 253). Posteriormente, el emisor de esta voz se revela, apareciendo como interviniente, en una relación también muy típica de interacción y participación.

Derivado de ideas de investigación participativa venida de las ciencias sociales y de la antropología, “El documental participativo nos da una idea de lo que es, para el cineasta, estar en una determinada situación y como ésta situación consecuentemente se altera” (Nichols, 2005: 153). Muchas veces este modo presenta, como característica principal, el uso de entrevistas. Es la “ética participativo-reflexiva” (Ramos, 2005: 174). En filmes documentales participativos existe una expectativa de que el mundo sea “representado por alguien que se comprometa activamente, y no por alguien que observa discretamente, reconfigura poéticamente o monta argumentativamente este mundo” (Nichols, 2005: 154).

En seguida, todavía en la secuencia inicial, se destaca una música que hasta ese momento hacía de fondo para la voz propagada. Además de la melodía melancólica, la letra dice “apenas tristeza en balserosmi corazón”, reforzando el sentimiento que estaba siendo aludido en la narración que describía las penurias pasadas en Cuba en 1994, después del fin de la ayuda de la Unión Soviética. Y entonces, surge una nueva voz, como otro narrador, que también se revelará como un interviniente. Cita acontecimientos que considera absolutamente insólitos en Cuba, como las protestas ante el hecho de que la balsa Rebla, que hacía la travesía de la bahía, hubiese sido interceptada por la guardia costera cubana después de haber sido secuestrada, con el fin de huir hacia los Estados Unidos. Enseguida entra una imagen de archivo de un pronunciamiento para la televisión, hecho por Fidel Castro, en el que dice que a las barcas no se las volverá a impedir salir de Cuba.

En este punto inicial de la película ya han sido presentados los estilos de abordaje y los recurso del lenguaje cinematográfico que serán usados en todo el filme, siendo principalmente escenas de observación, entrevistas – muchas veces mostradas apenas con una voz diegética  y con la imagen del entrevistado cubierta por otras imágenes – las músicas de la banda sonora no diegética y las imágenes de archivo. Estas tendrán varias configuraciones, desde trechos televisivos como el pronunciamiento de Fidel, pasando por imágenes producidas por los que intervienen en la película, hasta partes de videos realizados por el propio equipo del documental, pero que fueron usados como archivo, permitiendo la relación entre familiares separados por las fronteras, en lo que se caracteriza como uno de los recursos más interesantes y originales de la película.

Después de la primera secuencia, que es compleja en sus recursos y que sirve como contexto, los personajes son introducidos uno a uno. Se muestra la situación en la que están y como es su relación con la búsqueda de una nueva vida, o cómo está estructurada su familia antes las innúmeras separaciones causadas por la división entre Cuba y Estados Unidos. Hay también muchos momentos en los que la construcción fílmica denota una relación de complicidad entre los directores y los intervinientes, como cuando uno de ellos escribe una nota para su madre diciendo que se marchó en una barca que consideraba segura. Es evidente la alta interacción entre el equipo de realización y el interviniente en la construcción de la mise-en-scène ya que la nota es escrita en frente de la cámara, en una observación fílmica improbable, ya que no había sido preparado para la película.

Las imágenes y sonidos de archivo son fundamentales para el filme. En primer lugar, porque como el período de realización del documental se prolonga por cerca de ocho años, las propias imágenes producidas por el equipo de la película a partir de 1994 adquieren un sentido de archivo con el desarrollo de la narrativa. Si, al comienzo de la película, estas imágenes tienen un carácter de presente, del momento narrado, con el paso del tiempo diegético pasan a tener un carácter de pasado, de archivo rescatado para la construcción de una narrativa fílmica. Son las imágenes y los sonidos de las balsas siendo construidas, de los diálogos entre familiares y amigos buscando recursos mínimos para hacer las embarcaciones precarias y los momentos épicos en los que los cubanos y sus balsas se lanzan al mar, lo que supone la aceptación al arriesgar las propias vidas en busca de mejores condiciones en los Estados Unidos.

En segundo lugar, las escenas de archivos de televisión, como los pronunciamientos de Fidel Castro y de Bill Clinton, que son fundamentales porque posibilitan dialogar con lo que sucedía en la época. Esta es una estrategia narrativa que permite a los directores de Balseros incluir la película en un contexto mediático y de poder, que sirve para conseguir la amplitud y la importancia de las repercusiones de los actos de los balseros, así como delinear un recorrido de acciones y reacciones, de causas y efectos.

Una tercera forma de utilización de los registros audiovisuales en Balseros, la más intensa y original, se da como medio de comunicación entre los cubanos que permanecieron en la isla y los que están en los Estados Unidos o con los que están en Guantánamo. Los trechos de video que Carlos Bosch y Josep Maria Domènech ofrecen a sus intervinientes, de un lado y de otro, son como cartas audiovisuales que exceden fronteras llevando voz, corporalidad y presencia. Todos estos atributos perdidos después de la separación de entes familiares que dejaron de verse, de oírse y de tener contacto corporal.

El documental se organiza, en torno de media hora, en un ir y venir entre Cuba, Miami y Guantánamo. De esta forma, la película opera superando las fronteras mediante la exhibición de imágenes y sonidos entre los familiares separados, a través, fundamentalmente, del montaje que crea paralelos entre los espacios y tiempos que permiten mostrar cómo están unos y otros, los que se marcharon y los que se quedaron.

Las imágenes en video se convierten en puentes al permitir la visualización y audición de unos por los otros, cubanos que se quedaron y que huyeron, hijos y madres, padres e hijos. Lícitamente, los directores de la película alcanzaron un lugar que, al ser una forma de traspasar fronteras, también es un punto de vista original para el documental. Se trata del uso pertinente de una oportunidad de construcción fílmica diferenciada y que posibilita registrar momentos fuertes e íntimos, como cuando uno de los intervinientes que está en Guantánamo dice que está ansioso para hacer el amor con su mujer. En el filme, este trecho de video es mostrado con el chico diciendo eso ante las cámaras, pero además en un plano realizado posteriormente en el que su mujer ve el video y así Balseros, consigue acceder a algo diferenciado, íntimo y potente.

Otra escena destacada en la que el recurso de los videos grabados entre familiares es utilizado, muestra a Miriam Hernández, que estuvo viviendo y trabajando en Miami, viendo un fragmento de video con imágenes de su hija de poco más de un año, en las que está corriendo en un patio y se cae. En este exacto momento, Mirian se lleva un susto y hace un amago de levantarse. Esto muestra el poder del diálogo promovido por la película a través de los videos exhibidos como forma de comunicación entre los parientes que están distantes. En aquel exacto momento, Miriam parece ignorar, pues ya está en Miami, la distancia temporal y espacial que el video (previamente grabado en Cuba) le ha presentado. Su intención es levantarse y ayudar a su hija, pero, la verdad, la separan centenas de kilómetros y varios días de distancia de cuando ocurrió el hecho que el video muestra.

La utilización de músicas extra-diegéticas en películas documentales, a pesar de ser común, también es bastante criticada por el hecho de potenciar un alto grado de interferencia de los realizadores en las situaciones abordadas. Balseros es un gran ejemplo de este potencial. Sin ningún recelo, los realizadores optan por impregnar la película con músicas en las que sus letras denotan interpretaciones, como el ya citado verso “apenas tristeza en mi corazón” en la secuencia en la que se trata de las dificultades en Cuba en 1994, o en el estribillo repetido en muchos trechos de la película que dice “un coche, una casa, una buena mujer”, aludiendo a lo que pretendían los cubanos que huyeron.

La forma en la que las músicas extra diegéticas son insertadas en el filme busca, claramente, marcar las emociones que serán transmitidas en cada trecho. Los directores siguen el camino de exponer a los espectadores lo que pretenden que sea sentido. Pero es muy curioso que el final de la película sea un silencio antagónico, organizado para marcar las emociones con músicas del resto del documental.

En este proceso de “decoupage” de la propedéutica cinematográfica, el documental revela un doble efecto de los procesos de desplazamientos humanos: el polo de partida nunca es retirado completamente de la formación mental de los individuos, así como el universo de adaptabilidad en el país de acogida es mucho más difícil de lo que se podría imaginar en un inicio.

La relativización de la admiración por el país norteamericano, también queda en evidencia en el seguimiento de los procesos de vida de los siete inmigrantes, expuestos a jornadas de trabajo de más de doce horas diarias, con los consiguientes problemas lingüísticos y aculturativos de adaptación inestable, junto con las grandes distancias sociales, además de los cuadros de sufrimiento mental intensificados por la ausencia de lazos familiares. Gradualmente, subliminares y frontalmente expuestos en los relatos de los inmigrantes, proliferan las situaciones de abandono y de sentimiento de culpa por la salida debido a la nostalgia por el lugar dejado atrás, la distancia entre el sueño americano, los mitos fundacionales de origen y la posición social recién encontrada.

En este aspecto, Balseros trata y acompaña la quiebra de los procesos de desplazamientos internacionales cuando son establecidos en universos de salida y llegada, para poder resolver las angustias sociales potencializadas por la máquina del imaginario migratorio. Las historias de vida, en la película, se entrecruzan con los éxitos relativos de las empresas migratorias, ya que es el propio proceso ambiguo de las migraciones, negativas y positivas para ambos lados, las que exhiben cómo las transiciones de existencia se alinean con los procesos de cambio de localidad. En este sentido, el flujo de realidades, escandalizadas con las perspectivas de salida, deconstruyen los sentidos míticos del viaje y potencializan ejercicios de interrogantes de la condición periférica y errante.

Por establecerse dentro de una ambigüedad fundamental, construida a partir del revisionismo del sueño inmigrante y del éxito relativo de la empresa migratoria, el documental fue bien recibido en los dos países[4]. La estructura documental abre con un enfoque periodístico en la primera mitad, atrás de la noticia y sus protagonistas. El impulso de la partida basado en la existencia inmersa en desesperación, desde la realidad cubana, es acompañado en las entrevistas de los sujetos que preparan, en una secuencia de la película, embarcaciones construidas con cualquier material encontrado para alimentar el sueño exasperado de abandono insular.

La alteridad diaspórica, en este aspecto, es observada en las distancias entre los imaginarios de partida (en los diálogos migrantes, se sueña con casas con jardines, coches deportivos, supermercados llenos de productos, etc.) y las dificultades de llegada. La producción de las balsas, en los momentos anteriores a la partida rumbo al mar, son realizadas sin ninguna orientación náutica, y el ímpetu diaspórico – aliado a la desesperación y miedo de que Castro, de un momento a otro “cierre las puertas” nuevamente – muestra una sociedad cohibida por la necesidad del impulso y voluntad de modificación por la determinación migratoria.

Pero, probablemente, la resonancia de Balseros está concentrada en la visión de la duplicidad de los procesos de desplazamientos, observados cuando, el equipo de rodaje acompaña, cinco años después, las trayectorias de vida de los cubanos en los Estados Unidos. La crudeza y las dificultades del proceso migratorio, su telón de fondo social y los estados mentales de los inmigrantes en los Estados Unidos – algunos de ellos encontrados en un campo de refugiados en la base de Guantánamo – rompen con la estructura inicialmente periodística del documental y muestran la “observación de la realidad” en la quiebra y en la durabilidad de las empresas migrantes, establecidas sobre la condición de partida y del anhelo por un cambio.

Abriendo espacio para el redimensionamiento de la historia personal junto con las potencialidades de los sujetos en desplazamiento, Balseros se establece sobre la distancia física del esfuerzo de la partida y la condición extraterritorial de una pertenencia que jamás llega completamente. Los diálogos migrantes, cinco años después, de Oscar, Rafael, Miriam, Guillermo, Juan Carlos, Mericys y Misclaida, reflexionan sobra la culpa de la partida y el estado de errancia que la dinámica de la soledad impone sobre los cubanos en Estados Unidos. La inmersión total en el trabajo, la fisura de las relaciones humanas que abren fracturas mayores en el sentido del desgarro parcialmente subjetivo, y la nostalgia de la pérdida de los lazos, son estados reflexivos explorados en las experiencias migratorias de los cubanos expatriados. En este sentido, los procesos migratorios tienden a ser vistos a partir de los itinerarios referenciales de los inmigrantes como elementos extranjeros que necesitan, unilateralmente, sufrir la acción del orden realizado con la presión aculturativa por la sociedad de recepción. De este modo, tales procesos son observados como un paso desde la posición asimilacionista hacia la posibilidad de integración, colocando en un segundo plano la discusión sobre el propio papel aculturativo de ese posicionamiento.

La película de Carles Bosch y Josep María Domènech, expone con detalles las estesias comunicacionales negadas en la evolución del proceso de desplazamiento en los sujetos de las migraciones, observando sus vidas en los Estados Unidos y la permanencia de sus familiares en Cuba. Náufragos entre dos mundos distantes por la complejidad migratoria, el sueño inmigrante de los siete balseros es relativizado por el acompañamiento gradual de las experiencias de la diáspora. Existe tensión narrativa en las voces que son lentamente abiertas con la intención de pensar en los contextos de salida y de adaptabilidad difícil. La película se posiciona con la ventaja de esperar el cómputo del tiempo para observar los efectos de la transición de fronteras.

Bibliografía

Barnouw, Erik (1983), Documentary: a history of the non-fiction film, Oxford University Press, New York.

Bordwell, David (2005), “O cinema clássico hollywoodiano: normas e princípios narrativos” en Fernão Pessoa Ramos (ed.), Teoria Contemporânea do Cinema (Volume II), Editora Senac, São Paulo.

Costa, Flávia Cesarino (2006), “Primeiro Cinema” en Fernando Mascarello (ed.), História do Cinema Mundial, Papirus, Campinas/SP.

D’lugo, Marvin (2012), “El Cine sobre La Inmigración: Crónicas de um Género Anunciado” en Maria Val Liew, Mónica Cantero-Exojo y José Carlos Suárez (eds.), Fotogramas para La Multiculturalidad: Migraciones y Alteridad en El Cine Español Contemporáneo. Cine Derecho, Valencia.

Escudero, Pablo Martín (2014), Cine Documental e Inmigración en España: Una Lectura Sociocrítica, Comunicación Social ediciones y publicaciones, Madrid.

França, Andréa; Lins, Consuelo; Rezende, Luiz Augusto (2011), A noção de documento e a apropriação de imagens de arquivo no documentário ensaístico contemporâneo, Revista Galáxia, n. 21, p. 54-67, São Paulo.

Geertz, Clifford (1978), A Interpretação das Culturas, Zahar, Rio de Janeiro.

Jeudy, Henri-Pierre (1990), Memória do Social, Forense Universitária, Rio de Janeiro.

Nichols, Bill (2005), Introdução ao Documentário, Papirus, Campinas/SP.

Penafria, Manuela (2011), O Documentário Espanhol: uma análise de En Construcción, de José Luís Guerín, Revista Doc On-line, n. 11, dezembro de 2011, www.doc.ubi.pt, pp. 248-256.

_______________ (2004) O plano-sequência é a utopia. “O paradigma do filme Zapruder” en MÍDIA BR, Livro da XII COMPÓS – 2003, André Lemos, Ângela Pryston, Juremir Machado da Silva, Simone Pereira de Sá, Brasil. Editora Meridional (ed), pp. 207-222.

Puértolas, Longi Gil (2010), En Construcción, José Luis Guerín (2001), Nau Llibres, Ediciones Octaedro, Colección Guías para ver y analizar cine, Valencia, Barcelona.

Ramos, Fernão Pessoa (2005). “A cicatriz da tomada” en Fernão Pessoa Ramos (ed.), Teoria Contemporânea do Cinema (Volume II), Editora Senac, São Paulo.

Santaolalla, Isabel (2005), Los Otros: Etnicidad y “raza” en el Cine Español Contemporáneo. Prensa Universitaria, Zaragoza.

Schnapper, D. La (2004), Comunidad de los Ciudadanos: Acerca de la Idea Moderna de Nación, Alianza, Madrid.

Xavier, Ismail (1984), O Discurso Cinematográfico: a opacidade e a transparência. Paz e Terra, Rio de Janeiro.

Notas

[1] Texto basado en presentación en el XXVIII Simposio Nacional de Historia (UFSC/UDESC – 2015).

[2] En la secuencia inicial, con la cámara observando el propio proceso de excavación, se encuentran esqueletos y artefactos arqueológicos de la época romana, junto al movimiento de captura de la dinámica de las temporalidades de escucha; los vecinos del Raval se detienen sobre un andamio para observar y comentar los restos encontrados, convirtiéndose en espectadores y personajes de un tiempo que se escurre frente a la cámara.

[3] Como, por exemplo, las películas hasta la mitad de la década de 2000, El Cielo que Gira (Mercedes Álvarez, 2004) y La Leyenda Del Tiempo (Isaki Lacuesta, 2005).

[4] Balseros fue premiado tanto en Cuba (Premio del Jurado del Festival de la Habana) como en los Estados Unidos (Premio del Público del Festival de Miami).