The Look of Silence (Joshua Oppenheimer, 2014)

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The Look of Silence

The Look of Silence es presentada como la segunda parte de The Act of Killing. Si bien este nuevo documental prolonga temáticamente al anterior no es, necesariamente, una continuación del primero. The Look of Silence puede ser vista en forma autónoma pero el espectador frecuentemente se encontrará relacionando algunas secuenciascon The Act of Killing; así, uno ojo estará concentrada en esta; el otro, en la anterior.

La película comienza, justamente, con ojos, unos ojos que son examinados por un oculista, unos ojos que nos remitirán a pensar cómo vemos, cómo miramos: cuáles son nuestros anteojos ante la realidad, qué queremos ver y qué dejamos fuera de nuestra visión. Pero son éstos también los que guían este documental: la posibilidad de mirarnos a los ojos.

Adi es el protagonista de esta película, él es el mencionado oculista que recorre la zona del Río Serpiente en Indonesia. En diálogo con sus clientes no sólo habla sobre las graduaciones y aumentos sino también sobre las masacres de 1965, en las cuales, bajo el rótulo de comunistas, fueron asesinadas más de un millón de personas. Este genocidio, tal como aprendimos en The Act of Killing, se encuentra impune hasta el día de hoy. En las charlas, entonces, al comienzo algunos se niegan a hablar, desconocen los hechos para luego, a partir de la insistencia de Adi, hablar sobre ellas o, incluso, aprobarlas. Pero el diálogo sobre las matanzas tiene un límite, muy pronto se niegan a continuar hablando, justificando que es abrir heridas cerradas y que no vale la pena mirar hacia el pasado.

 

Pero no todos los pacientes de Adi fueron bystanders de los crímenes, también confronta con algunos de los que ejecutaron parte de las masacres en aquellos años. La particularidad de esta confrontación se encuentra en que Adi proviene de una familia que sobrevivió a las masacres: su hermano mayor, al que nunca conoció, fue asesinado en aquel tiempo. Como en The Act of Killing, The Look of Silence denuncia la impunidad que reina, y aún continua, en Indonesia. Toda posibilidad de revisar, de hablar, o de pensar en reparaciones o juicios sobre el pasado se encuentra clausurada bajo la amenaza que crímenes similares pueden volver a cometerse en el caso de insistir con su revisión.

The Look of Silence  no es “la otra campana” de los crímenes; si bien aquí Oppenheimer se concentra en Adi y su familia, este documental confronta ambas campanas, familiares y perpetradores se ven cara a cara: Adi mira a los ojos a los responsables por el asesinato de su hermano. Es eso mismo lo que Adi busca, no busca venganza, sino mirar los rostros, los ojos, de los asesinos.

Este documental, a diferencia del anterior, es mucho más austero. Aquí no hay recreaciones sino que el horror es expuesto a través de la palabra, en los diálogos y descripciones que los perpetradores comentan. Si bien Adi observa algunos de los registros que Oppenheimer tomó a algunos de los perpetradores, donde recrean sus crímenes en los lugares de los hechos, la crueldad emerge en las palabras de los asesinos que exponen con total tranquilidad su tarea hasta que se genera un quiebre: Adi les dice quién es (en verdad, por seguridad, oculta su identidad, sólo les dice que su hermano fue asesinado por ellos). En ese momento la amabilidad se detiene, la tensión crece y Oppenheimer es obligado a cortar y a retirarse.

Como en el documental anterior, la violencia no sólo está en las palabras sino también en los cuerpos. La memoria no sólo se activa al recrear algunas acciones, tal como lo hiciera Anwar Congo en The Act of Killing o los asesinos en The Look of Silence, sino que también el pasado deja marcas en el cuerpo. Son los padres de Adi los que llevan dichas marcas, ya centenarios, sordos, y en el caso del padre, ciego. Los ancianos sobrellevan un duelo incompleto, no sólo no hay restos del hijo asesinado sino que el dolor lo deben llevar en forma secreta, subterránea, sin reconocimiento social alguno.

Bajo la austeridad que parece poseer, la película de Oppenheimer resulta, quizá, mucho más imponente que la anterior. Si en la primera todos los perpetradores colaboraron sin pudor, en este documental Oppenheimer transita en los límites, el peligro se encuentra próximo y la tensión, e incomodidad en el espectador, se halla a flor de piel. En esa dirección, mientras a Anwar Congo y sus compañeros nadie les hacía frente y poseían completa libertad para recrear sus crímenes, en The Look of Silence Adi confronta a los asesinos, los mira de igual a igual. Es por eso que una de las imágenes recurrentes, a partir de diversas tomas y planos, serán los ojos del propio Adi, mirando los videos, a sus padres o a los asesinos.

Si bien formalmente la película se construye a partir de entrevistas, en ciertas ocasiones emergen intersticios por los cuales podemos considerar la metodología de trabajo y la inmensa tarea realizada por Oppenheimer en Indonesia. En algunos de los registros que Adi observa, registros en los cuales los asesinos que participaron en las masacres del Río Serpiente recrean sus crímenes, escuchamos la fecha: 2003. Así, todo lo que podríamos denominar el “proyecto Indonesia” adquiere una magnitud temporal particular: este díptico es el trabajo de más de una década. Por otro lado, en las visitas oftalmológicas que hace Adi, para luego confrontar con los verdugos, podemos apreciar cierta hospitalidad hacia Oppenheimer. Dicha hospitalidad se debe al lento trabajo de conocimiento llevado a cabo por el director durante un lapso de tiempo, y es ésta también la que permite las entrevistas a la vez que le otorga cierta “comodidad”. Con todo, en The Look of Silence vemos hasta donde Oppenheimer está dispuesto a empujar e, incluso, quebrar dicha hospitalidad: en los momentos de mayor tensión, los entrevistados intimidan al director, lo acusan, incluso, de comunista, y lo obligan a retirarse quebrando así la amistad. La amenaza es siempre la misma: no indagar en el pasado porque podemos volver a salir a matarlos nuevamente. También es por eso que en los créditos del documental, una vez más, podemos ver numerosos “anónimos”.

Como The Act of Killing, The Look of Silence no es un documental sobre el pasado, es una película sobre el presente, es un documental sobre la impunidad, sus repercusiones y, sobre todo, sus efectos sociales. Adi no busca venganza, busca conocer el pasado de su país, saber qué sucedió con el hermano que nunca conoció, busca concederles cierta paz a sus padres. Como él, las obras de Oppenheimer tampoco persiguen venganza, ni siquiera justicia; al exponer los crímenes y a sus perpetradores busca enfrentar a ese pasado para desterrar el odio. Es por eso que una de las secuencias más sugerentes se concentra en la educación de los hijos de Adi; en ella vemos cómo, en la escuela, se les enseña aún hoy, sobre el peligro comunista y cómo éste fue desterrado.

Este díptico, entonces, se posiciona como una herramienta para acabar con ese odio que se perpetúa en la sucesión de generaciones. Un odio, además, basado en la ignorancia y el desconocimiento. Así, otra de las secuencias más notables se da en el tenso diálogo entre Adi, uno de los asesinos de su hermano y la hija de éste. Allí, finalmente, la mujer afirma desconocer lo que su padre, actualmente un anciano, había hecho en su juventud y culmina pidiéndole perdón en su nombre y en el nombre de su padre. La esperanza de Oppenheimer pareciera radicar ahí, a pesar de todo aún hay lugar para mirar hacia el pasado no para olvidarlo sino para reconciliarse con él, y dicha tarea no le compete a las viejas generaciones sino a las nuevas y a las venideras.

Lior Zylberman

Ficha técnica

Dirección: Joshua Oppenheimer. Producción: Torstein Grude, Signe Byrge Sørensen. Producción Ejecutiva: Werner Herzog, Errol Morris. Montaje: Nils Pagh Andersen. Director de Fotografía: Lars Skree. Sonido: Henrik Garnov. Origen: Dinamarca/Finlandia/Indonesia/Noruega/Reino Unido. Duración: 99’. 2014.