Por Tomás Crowder-Taraborrelli
Traducción: Pedro Escobar Uribe
Transcripción: Danielle Dalman
Portrecista (2006), documental dirigido por Irek Dobrowolski, recoge por primera vez el testimonio del fotógrafo polaco Wilhelm Brasse, quien durante la Segunda Guerra Mundial, hizo entre 40.000 y 50.000 retratos de prisioneros en Auschwitz. Durante una conversación con un colega que estaba filmando un documental sobre experimentos médicos en Auschwitz, el realizador Dobrowolski se enteró que Brasse estaba vivo y sintió la obligación de registrar su testimonio.
Brasse nació en Polonia en 1917. De joven, trabajó como fotógrafo profesional en Katowice, al sur del país. A los 22 años, tras negarse a manifestar su lealtad al partido nazi, fue transportado a Auschwitz y, debido a su experiencia laboral, puesto a trabajar tomando fotos de identidad. Su oficio le salvó la vida y le permitió compartir con otros los favores que recibía a cambio de retratar a los oficiales del campo. Quizás la foto más memorable que tomó Brasse fue para los experimentos médicos de Josef Mengele. La fotografía es la de un grupo de niñas desnudas, esqueléticas: «Eran muy tímidas y tenían mucho miedo porque un grupo de hombres las estaban mirando. Yo intenté calmarlas», dijo Brasse.
Al finalizar la proyección de Portrecista en la Universidad de Soka (USA) en noviembre del 2012, durante la sesión de preguntas y respuestas, Dobrowolski explicó que Brasse llegó a retratar hasta 1.000 víctimas por día para los archivos alemanes. Esta experiencia fue tan traumática, que Brasse no pudo dar un testimonio pormenorizado hasta que conoció a Dobrowolski. «Intenté ser lo más amable posible. Lo preparé para las entrevistas durante mucho tiempo, muchas reuniones…créanme, después de estas entrevistas estaba feliz y éramos muy buenos amigos».
Ante el avance de las tropas rusas, los alemanes ordenaron la destrucción de toda documentación, razón por la cual Brasse y un compañero escondieron miles de negativos, conscientes de su valor documental. Después de la liberación de los campos, Brasse no pudo volver a ejercer su profesión. Según su testimonio, cada vez que intentaba mirar por el visor de la cámara se le aparecían las siluetas de esas niñas a las que tuvo que retratar. «Después del estreno de Portrecista, Brasse viajaba casi todas las semanas a Auschwitz para ver el documental con jóvenes alemanes y discutir con ellos todas estas historias», cuenta Dobrowolski. «Estaba muy feliz de poder compartirlas con ellos y que ellos lo escucharan y llevaran estas historias a sus familias».
Brasse falleció el 23 de octubre del 2012. «Yo creo que fue un testigo muy especial», dice Dobrowolski. «¿Por qué? Porque estuvo en el centro del infierno, observando los acontecimientos, no sólo como ser humano sino también como fotógrafo». Las fotografías de Brasse hoy forman parte de la colección del museo de Auschwitz. En la siguiente entrevista, Dobrowolski discute las dificultades de realizar un documental sobre una experiencia tan traumática.
Hay un gran interés en Argentina por las películas acerca del Holocausto, particularmente porque a partir de los ochenta comenzaron a producirse las primeras películas acerca de lo que sucedió durante la dictadura en la década del setenta, hechos que muchos consideran un genocidio. Los cineastas y académicos interesados en este tema siempre están buscando estrategias para poder contar estas historias y ha habido muchos trabajos interesantes respecto a eso —analizar diferentes estrategias para contar historias diferentes. ¿Puede contarnos un poco acerca de su formación? ¿Cómo y cuándo comenzó a interesarse en el cine documental?
Desde la infancia sabía que quería hacer películas. Ese era mi mayor sueño y comenzó a hacerse realidad cuando estudiaba en la Academia de Teatro de Varsovia. Obtuve una beca de un año para la Facultad de Cine de Moscú y Kiev. Durante mi primer año de estudios en Varsovia trabajé para la televisión polaca, justo después de ciertos cambios democráticos en mi país y comencé a grabar mis propios documentales. Desde el principio me enfoqué en temas culturales, pero después de eso hice varias películas con distintas temáticas. Portrecista fue mi primera película sobre el Holocausto, y la hice porque oí hablar acerca de esta historia tan increíble. El hombre que era el autor de los íconos más conocidos del Holocausto seguía vivo, y esos íconos eran hasta cierto punto anónimos para la mayoría de la gente. Así es que supe que tenía que hacer todo lo que pudiera para llevar a cabo este proyecto.
Ahora que menciona su relación con la televisión, tal vez puede explicar brevemente cual es la relación entre un director como usted y la televisión polaca. ¿Es estatal o privada?
En aquel entonces (hablo de principios de los noventa del siglo pasado) sólo había dos canales en Polonia. Ahora tenemos… no sé, más de 20. No existían las televisoras privadas. Sólo había dos canales de televisión pública y cuando trabajé como productor para las series de televisión dramáticas tuve la oportunidad de comenzar a preparar mis propios proyectos, como los documentales por ejemplo. A pesar que fue un trabajo no remunerado, me capacitó para poder llevar a cabo proyectos de otros temas que me interesaban y, después de un tiempo, formé mi propia compañía productora independiente.
Volviendo a Portrecista y al tema y protagonista de su película, el Sr. Brasse falleció recientemente y aquí en los Estados Unidos hubo algunos obituarios que mencionaban su película en la biografía. ¿Qué sentimiento despertó en usted la muerte del Sr. Brasse?
Por supuesto que fue algo muy triste porque fue una de las personas más importantes que he conocido y, de una manera personal obviamente, fue la persona más importante. Yo estaba preparado, sabía que se acercaba el fin porque durante los últimos años no se sentía bien. Los últimos meses los pasó en cama bajo el cuidado de doctores y asumíamos que iba a fallecer pronto. Pero por supuesto que perdí a mi gran amigo, al hombre con quien construí una relación muy sutil y especial.
¿Cómo conoció al Sr. Brasse y cómo se desarrolló su relación con él antes de la película?
A través de un documental israelí acerca de los resultados de los experimentos médicos en Auschwitz. Uno de los testigos, uno de los testimoniantes era el Sr. Brasse, y un amigo me dijo que era el hombre que había tomado esas fotografías famosas, cuya procedencia aún era desconocida por muchos. Le hablé por teléfono y le pedí reunirnos. Viajé al sur de Polonia, a 300 millas de Varsovia, y después de varios encuentros aceptó intentar hacer una película acerca de él.
¿Era la primera vez que hablaba acerca de sus experiencias en Auschwitz frente a una cámara?
Además de la pequeña secuencia en aquel documental israelí, sí, era la primera vez. Era la primera vez y no fue fácil convencerlo de que debería de hacerlo, porque él era muy modesto. Me decía que había muchos libros al respecto, cientos de películas, y que su testimonio no iba a ser mejor o servir más que el de otros.
¿Por qué cree que él pensaba eso?
Era una persona muy amable, muy modesta, muy honrada. Probablemente pensaba que él no era un historiador, ni un científico, que sólo era un hombre común.
Es posible que piense lo siguiente por ser un espectador extranjero, no soy polaco, pero tengo la impresión de que el Sr. Brasse aparece muy tranquilo durante la película, muy en control de sí mismo. ¿En algún momento de la filmación se mostró renuente a hablar acerca de ciertos aspectos de sus experiencias en Auschwitz?
Pasamos mucho tiempo grabando esta entrevista, y desde un principio él intentó estar tranquilo y ser objetivo en cuanto a esas historias horrendas. Y esa fue mi dirección, tratar de llevarlo de vuelta a esos momentos, al pasado. Le hacía preguntas adicionales acerca de los colores, de la atmósfera, acerca de todo lo demás para lograr situarlo. La estructura de la película comienza con un personaje calmado y profesional y muestra el momento particular en el que se quiebra emocionalmente, que es cuando cuenta la historia crucial acerca de cómo conoció al Dr. Mengele.
¿Por qué decidió entrevistarlo en un estudio?
Fue una cuestión muy importante, ¿cómo construir formalmente esta película, una historia tan fuerte? Lo habitual hubiera sido pedirle al Sr. Brasse que viajara a Auschwitz, hacer un largo recorrido por sitios históricos, usar material de archivo, involucrar a otras personas para que cumplieran el rol de testimoniantes. Todo eso hubiera sido, digamos, fácil. Yo estaba buscando algo más fuerte porque lo más importante era crear un ambiente muy íntimo para la entrevista. Tuvimos que forjar una relación muy especial frente a la cámara, así es que pasamos los primeros días en preguntas sin importancia, y profundizamos más y más y más, hasta que encontramos la llave para abrir al personaje. Por eso la construcción de la película gira en torno a una entrevista donde el personaje principal está ante un fondo negro y habla de la historia más importante: el carácter único de sus fotografías.
Durante su testimonio, el Sr. Brasse sostiene en sus manos los retratos de diferentes reclusos y recuerda. ¿Le dio usted esos retratos o fue el Sr. Brasse quien le pidió que seleccionara algunos de ellos?
Seleccioné esos retratos previamente, junto con miembros y científicos de la junta directiva del Instituto Auschwitz. Era el material central de nuestra investigación y por supuesto sabía que había algunos que el Sr. Brasse había tomado personalmente.
Entonces, para aclarar: ¿Reconoció el Sr. Brasse todas las fotografías que él tomó? ¿Había alguna duda acerca de quién había sido el fotógrafo?
Tuvimos algunas reuniones antes de la filmación, durante la selección de fotografías en el archivo de Auschwitz. El Sr. Brasse tomó alrededor de 40.000 retratos para el campo de Auschwitz y todas las fotografías de los experimentos médicos. Yo sabía esto antes de entrevistarlo frente a la cámara, así es que preparé muchas fotografías diferentes. Él sabía que íbamos a hablar de ciertas fotografías y hubo otras con las que intenté tomarlo por sorpresa.
¿Cuál cree usted que sea la importancia histórica de estos retratos? Estoy seguro que es algo en lo que pensó mientras hacía la película, pero en cuanto a su audiencia, ¿cómo puede explicarle a alguien que no ha visto la película la importancia que usted cree que tienen estas fotografías?
La respuesta es obvia para mí, porque esas fotografías son la prueba de la peor parte de la historia humana. Auschwitz era el centro del infierno, no sólo en el siglo XX. El Sr. Brasse fue un testigo ocular muy particular, pues en este caso “testigo ocular” no se refiere solamente a la persona que estaba viendo este horror, este genocidio, sino que también se refiere a la persona que estaba documentando estos hechos. Estoy seguro de esto y mi propósito principal es hacer este documental para conservar el testimonio para el futuro. Las historias acerca de esas fotografías son muy fuertes y gracias al Sr. Brasse las generaciones futuras van a poder aprender acerca de lo que sucedió. Eso, conservar la historia, es nuestra obligación.
¿Recuerda haber visto estas fotografías cuando usted era joven, o antes de que supiera que el Sr. Brasse aún vivía?
Sí, esa es una buena pregunta, porque recuerdo que cuando era un niño mi padre compró un libro acerca de los crímenes de guerra alemanes y había una fotografía de cuatro niñas pequeñas que me horrorizaba. Después de ver esa foto tuve pesadilla por varios años. Mantuve esta imagen en el subconsciente toda mi vida. Cuando supe que el autor de esta fotografía estaba vivo y que podía hablar al respecto, fue una motivación más para hacer esta película.
¿Qué me puede decir acerca de la manera como el Sr. Brasse describe el proceso de tomar las fotografías? ¿Qué piensa que revela respecto a este horrendo sistema de exterminación? Durante la película él habla acerca de la distancia del sujeto, la técnica para tomar las fotografías, lo cual es muy interesante porque parece que aún existe una técnica dentro del oficio, pero pensar en técnica dentro de estas circunstancias es horrible.
Él tuvo que ser lo más profesional posible dentro de su horrible situación, y salvó su propia vida al ser el mejor fotógrafo de Auschwitz. También retrató a oficiales alemanes, en privado, y esto le permitió ayudar a otros prisioneros, a darles algo de comida y ayudarles a encontrar un mejor trabajo dentro de Auschwitz, lo cual era muy importante para sobrevivir. La construcción de mi película, como te decía, está basado en que parto de la historia del retratista profesional. Así es que primero describe su método —cómo acomodar la luz, cómo tratar al objeto, etcétera. Y después de eso, él habla acerca de todas esas posibilidades dentro del, llamémosle “estudio”, en Auschwitz, donde tenía una silla especial para tomar fotos a los prisioneros.
El Sr. Brasse describe en la película a lo que yo estaba aludiendo, este método para tomar sus fotografías. ¿En algún momento, ya sea durante o después de la película, reflexionó acerca del papel que él jugó dentro de la historia del Holocausto? ¿Alguna vez comprendió su desdichado rol histórico?
Él se veía a sí mismo como un prisionero, como un prisionero político de Polonia, a quien forzaron a hacer tales cosas. Pero también me contó una historia, de cómo cuando al final los alemanes ordenaron la evacuación y querían quemar todos los archivos, fotografías y documentos, él no siguió la orden y rescató casi todo lo que conocemos acerca de Auschwitz; gracias a él y el colega que estaba con él en ese momento.
En una de las escenas más emotivas de su película, el Sr. Brasse dice algo así: “Maldigo a Dios y maldigo a mi madre por haber nacido”. ¿Qué cree usted que quiso decir con esto?
Repitió esa misma frase justo antes de morir. Existe el Dios del que habla la iglesia y luego existe el Dios que está en el cielo. Su madre era católica devota y él recibió una educación católica y fue a Auschwitz siendo católico, pero durante esta pesadilla perdió su religión y maldijo a Dios. Pero yo creo que se refería a la religión, no a un Dios de amor, así es como yo lo interpreté.
¿Cuál fue la pregunta más difícil que tuvo que hacerle durante la filmación del documental?
La estructura de la entrevista era tan sutil que tuve que tener mucho cuidado con cada pregunta. Pero como decía antes, después de dos o tres días teníamos una relación tan especial que podíamos hablar de cualquier cosa y el Sr. Brasse era muy abierto y muy honesto.
¿Qué tipo de recepción tuvo el documental? ¿Cómo respondieron los historiadores del Holocausto?
Me sorprendió su respuesta, de una manera positiva, porque hay cientos de películas acerca del Holocausto, acerca de Auschwitz. Era muy difícil crear algo nuevo en torno a este tema. También por eso decidí usar la estética que antes describí para entrevistar al personaje. Como sabés, usé una técnica muy nueva para presentar las fotografías. Animamos esas fotografías icónicas, lo que fue como meterse con cierto tabú. Estaba un poco asustado antes de la primera proyección en Auschwitz frente a la mesa directiva de científicos. Su respuesta me sorprendió mucho. Una de las personas que estaban entre el público era el profesor Franciszek Piper, un historiador muy famoso que actualizó el número de asesinados en Auschwitz de 6 millones a 1 y medio. Él me felicitó y me dijo que esto no era una película —lo siento, estoy intentando ser igual de modesto que el Sr. Brasse—, pero me dijo que esto era algún tipo de obra maestra, como una escultura o una pintura o música. Fue muy agradable. También les gustó mucho este método formal para presentar las fotografías.
Aquí en los Estados Unidos un crítico de cine escribió en su columna que “ya se habían hecho suficientes películas sobre el Holocausto”. ¿Está usted de acuerdo con esto?
No estoy de acuerdo, ni en un 1%, porque puede que a las generaciones más jóvenes no les interese esta historia y quieran vivir en el futuro, pero si olvidamos nuestra historia esta historia puede regresar en cualquier momento. Probablemente nadie quiere verse involucrado de nuevo en algo como el Holocausto, así que tenemos que recordar nuestra historia, tenemos que buscar la verdad todos los días. Y tenemos que saber que si nos quedamos, digamos dormidos, en vez de buscar la verdad, nuestros sueños pueden convertirse en pesadillas.
¿Hay un gran interés por el cine documental en Polonia?
Sí, hay un gran interés, pero hoy en día los documentales históricos no son tan populares. Existe una tendencia por documentales sociales contemporáneos. No me agrada, pero ahora tenemos más oportunidades. Hice otro documental sobre el Holocausto, In Fortune’s Debt (2010), acerca de Stella Czajkowska, una pianista famosa sueca judía nacida en Polonia.
¿Conoce Latinoamérica? ¿Qué sabe acerca del cine documental en esta parte del mundo?
Estoy enamorado de Latinoamérica. Me encanta su cultura, me encanta su lenguaje…Pasé un tiempo en Chile. Conozco algo sobre documentales latinoamericanos, pero me gustaría saber más, no soy un experto.
¿Qué papel cree que juega el cine documental en el mundo contemporáneo? ¿Por qué considera que es importante continuar haciendo cine documental en vez de cine de ficción?
Estoy involucrado con documentales históricos y considero que el papel del documentalista histórico es preservar historias para el futuro y registrar a los personajes que tienen una historia fuerte e importante por contar. El cine documental no sólo tiene que educar, también tiene que advertir acerca de los peligros del pasado para evitar repetirlos en el futuro.
Esta es una pregunta difícil para mí ya que en realidad no conozco mucho acerca de la relación histórica entre Polonia y Alemania en cuanto a documentación de la guerra. Pero, como ciudadano polaco, ¿le fue particularmente difícil contar la historia que cuenta en Portrecista? ¿Hubo alguna reacción en Polonia quizás diferente a la de otros países donde se presentó la película?
No, no hubo ningún problema, ni reacciones particulares después de la proyección. El problema fue encontrar el dinero para producir el documental porque el tema del Holocausto no es popular.
¿Por qué cree que no es popular?
Hay una situación especial en Polonia ya que durante los años de comunismo había muchos programas acerca de Auschwitz, acerca de los crímenes de guerra de Alemania en general. También era un tipo de propaganda. Es por eso que en tiempos recientes los documentales que se enfocan en aspectos sociales contemporáneos son más populares. Pero Portrecista dio la vuelta al mundo en festivales de cine, ganó varios premios, y cuando estuvimos en el festival de cine de Hamburgo con el Sr. Brasse hubo muy buena publicidad. El canal de noticias entrevistó al Sr. Brasse, y hubo un artículo enorme en la prensa, pero sólo alrededor de diez personas en el cine—todos polacos. A los jóvenes alemanes no les interesa el Holocausto, quieren olvidarlo.
Supongo que no le hizo sentir bien darse cuenta de eso.
Sí.
Quiero darle la oportunidad de hablar acerca de los proyectos relacionados con Portrecista que están por venir. ¿Puede contarnos un poco acerca de lo que usted y Anna Dobrowolska, su esposa, tienen pensado hacer?
Grabé catorce horas de entrevistas con el Sr. Brasse en un periodo de diez días. Portrecista tiene una duración de 52 minutos, así es que tuve que elegir. Seleccione únicamente historias que estaban conectadas a las fotografías. Basándose en esta entrevista, mi esposa preparó un libro excelente sobre toda la historia del Sr. Brasse, con anécdotas increíbles de su vida en el campo de concentración.[1] Ella comparó y combinó el testimonio del Sr. Brasse con el de otros testigos de Auschwitz. Por lo tanto, este libro no solamente va a ser muy interesante, sino que va a tener un nivel casi científico de precisión histórica, y va a ser publicado en conjunto con el Instituto Auschwitz. También pienso escribir el guión para un largometraje usando la historia completa del Sr. Brasse.
Notas
[1] The Auschwitz Photographer, publicado por Rekontrplan y el Museo de Auschwitz (Mayo, 2013).