El documental Bellas de noche remite desde su título al universo de las ficheras, en una cita a la película mexicana homónima de 1975 dirigida por Miguel Delgado. Este film fue considerado el primero de su género, el cual luego produjo como “churros” largometrajes destinados al entretenimiento fácil a partir de la mostración de cuerpos exuberantes, humor directo e importante acompañamiento musical. Fue esta misma cinta uno de los disparadores para que Viviana García-Besné filmara su primer documental (Perdida, 2009) en el que se preguntaba por el devenir de su familia, dueña de los Estudios Calderón, empresa que inició el cine de ficheras. La inquietud desde las vivencias y la memoria personal también está en la base de Bellas de noche de Cuevas. Ambas mujeres se vieron motivadas a filmar un documental para contar historias que las fascinaban y atravesaban de diversas maneras. Como sugieren estos dos casos, esa memoria además de personal es generacional e indica también una revisión al cine y los espectáculos populares que los valoriza a partir de las experiencias de sus espectadores. Asimismo, tal repaso implica un cambio en la gravitación sobre el poder de la palabra que, en ambos casos, se encuentra producida por mujeres, a través de la enunciación fílmica (desde la dirección y el montaje) y de los sujetos retratados.
Lyn May, Olga Bresskin, Princesa Yamal, Rossy Mendoza y Wanda Seux, cinco de las máximas vedettes mexicanas en las décadas de los setenta y ochenta, son las protagonistas de este documental. La película las retrata en la actualidad, cuando todas sobrepasan los sesenta años. Mujeres que fueron puro cuerpo (más alguna “gracia”, como tocar el violín o bailar un ritmo específico) son convocadas décadas más tarde para mostrar su cotidianeidad. Aunque explicitado solo por una de ellas –la que se encuentra en una posición económica más endeble– evidentemente subyace a la propuesta el tema del ageism, es decir, la discriminación por la edad. Se trata de un asunto particularmente sensible para el género femenino y resuena con énfasis en quienes pertenecen al mundo del espectáculo.[1] De hecho, la pregunta originaria del documental podría ser la siguiente: ¿dónde están aquellas fabulosas mujeres con las que fantaseábamos hace décadas?
El mayor acierto de Bellas de noche está en el vínculo íntimo que María José Cuevas logró construir con cada una de las vedetes. Esto se evidencia, por ejemplo, en las múltiples escenas en las que ellas aparecen maquillándose y desmaquillándose, sometiéndose a tratamientos de belleza y realizando ejercicio. Ellas se “montan” frente a la cámara y muestran así los múltiples procedimientos necesarios para sostener aquello que las llevó a la gloria: sus atributos físicos. Resulta atrapante y conmovedor. Asimismo, en el documental hay un sincretismo entre las voces de las protagonistas y la mirada de la directora. Sin condescendencia, aunque por momentos con cierta ironía, el discurso de las vedetes no pierde protagonismo.
El relato hila las historias con puntadas invisibles que producen un muy buen ritmo a través de algunos temas comunes: los desnudos, el amor, las drogas, el pasado, la depresión, las creencias, la economía, el futuro. La vida de cada una de ellas está contada desde el presente, e incluye elementos de archivo como presentaciones en teatros, películas, entrevistas televisivas o fotografías. Sin embargo, la reconstrucción de las historias de vida está realizada no en busca de un orden homogéneo, sino desde lo sensible. Ello resulta patente en la puesta, el montaje y el diseño de títulos, los cuales mantienen ciertas continuidades estéticas entre los materiales registrados en décadas pasadas y los actuales. De manera similar funciona la banda musical, conformada a partir de canciones convocadas a través de las acciones y del archivo.[2]
La cámara presenta una distancia atenta y amorosa con sus protagonistas, que son objeto de fascinación tanto como de estudio. Distintas escenas muestran a estas mujeres en sus casas con sus vestuarios preferidos, resueltas a montar un show automático para la audiencia dispuesta. Así, las vemos bailar gozosamente en sus cocinas, habitaciones y salas, que se transforman en efímeros escenarios. El sentido del humor está siempre presente. A su vez, la puesta insiste en los planos generales que retratan a las vedetes en diversas poses, con fuertes puntos de fuga. Esa composición dinámica deriva la mirada hacia los bordes, para ver aquello que las rodea. Además, la extensa duración de estos planos, al igual que los repetidos encuadres de las vedetes con imágenes de sus momentos de éxito, evidencian la presencia del tiempo que corre: tempus fugit.
Hacia la mitad del film, un suceso en la vida de una de las protagonistas provoca un reencuentro entre Princesa Yamal y Wanda Seux. El diálogo telefónico es retratado por la película y además es fruto del rodaje. Así, la producción misma del film fue tejiendo red entre estas mujeres que insisten en repetirse mantras para comprender el devenir de sus vidas terrenales. En sus discursos, sin embargo, hay poco lugar para la nostalgia. Resulta evidente que todas han llegado a la cima y han caído –más o menos estrepitosamente–, y por eso saben que “el show debe continuar”.
Lucía Rodríguez Riva
Ficha técnica
Dirección y guion: María José Cuevas. Fotografía: María José Cuevas, Mark Powell. Montaje: Ximena Cuevas. Supervisión musical: Herminio Gutiérrez. Productora: Cine Pantera y Detalle Films. Entrevistadas: Lyn May, Olga Bresskin, Princesa Yamal, Rossy Mendoza y Wanda Seux. Origen: México. Duración: 92 minutos. Año: 2016.
Bellas de noche ganó los premios a Mejor Documental, a Mejor Documental dirigido por una Mujer y el de la Prensa en el Festival Internacional de Cine de Morelia (2016), a Mejor Película en los Premios Ciudad (2016) y recibió una Mención de Honor en el Festival de Palm Springs (2017). Además, fue nominada a Mejor Película, Mejor Documental y Mejor Ópera Prima en los Premios Ariel (2017). Se presentó en el BAFICI Nº 19 (2017) y actualmente está disponible en Netflix.
Notas
[1] En 2017 se estrenó la serie de ficción estadounidenses Feud (Ryan Murphy) que trata sobre el histórico enfrentamiento entre Bette Davis y Joan Crawford, donde el ageism es el problema central. Es un tema que ha cobrado relevancia en los últimos tiempos gracias al impulso de los debates feministas.
[2] Las canciones del documental se encuentran recopiladas en una playlist que la directora creó en Spotify.