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The Salt of the Earth (Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, 2014)

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La Sal de la Tierra

Seguramente no estemos afirmado nada novedoso al reconocer la habilidad de Wim Wenders para elegir personajes atractivos como protagonistas de sus documentales. Así lo hizo en el caso de Pina (2011) y recientemente de nuevo en La sal de la tierra. Este documental se centra en el fotógrafo brasilero Sebastião Salgado, reconocido por haber retratado en largos viajes por el mundo grandes éxodos, pueblos originarios, paisajes y eventos sociales. Wenders trabaja en conjunto con Juliano Ribeiro Salgado, hijo del fotógrafo, quien había comenzado con el proyecto por su cuenta pero decide invitar al director alemán a viajar con ellos para obtener un punto de vista diferente. El interés personal de Wenders por la fotografía lo llevó a adentrarse en el mundo de Sebastião Salgado, su historia personal y sus aventuras fotográficas. La sal de la tierra es un film sobre la vida de un fotógrafo… o tal vez sobre la vida de tres.

La película realiza un recorrido mayormente cronológico, a excepción de algunos breves pasajes como el prólogo que muestra la serie de fotografías tomadas por Salgado en la mina de oro de Sierra Pelada, Brasil en 1986. Estas fotos en blanco y negro retratan el trabajo de miles de hombres que día a día extraían rocas para conseguir oro. Las escaleras colgantes utilizadas para descender a la mina a cielo abierto los muestran subiendo y bajando como si fueran simples hormigas trabajadoras. Para poder obtener estas fotografías Salgado descendió personalmente y observó en detalle el peligro que implicaba. Comprendió desde allí abajo que ese deseo fervoroso por conseguir el oro no hacía distinciones: la mina atraía a obreros e intelectuales universitarios por igual. A lo largo del documental, Salgado –interpelado por Wenders mientras en la pantalla se muestran las fotografías– relata las experiencias “detrás de cámara”. Muchas veces podemos observar sus reacciones al volver a ver las fotos ya que Wenders lo expone a sus propios recuerdos. Ante la serie de Sierra Pelada el fotógrafo asegura haber sentido condensada la totalidad de la historia de la humanidad, de la construcción de grandes obras de la arquitectura mundial. Los hombres que descienden exponiendo sus vidas por el oro no son esclavos más que del deseo de tener una oportunidad.

A medida que la película avanza comprendemos el nivel de compromiso que Salgado mantuvo en cada uno de sus proyectos. Habiéndose exiliado de Brasil con motivo de la dictadura militar en el año 1969, se instaló en París con su mujer Lélia para continuar trabajando en su primer área de estudio que fue la economía. En París descubrió su pasión por la fotografía y comenzó a trabajar formalmente. Junto a su mujer proyectaron grandes recorridos mundiales por los cinco continentes; las primeras fotografías que tomó en Nigeria en 1973 de unas mujeres con sus bebés a cuestas esperando para recibir comida ya anunciaban sus intereses netamente sociales. En sus viajes de trabajo Salgado se comprometía políticamente con las comunidades que retrataba. De hecho, hasta estos días no trabaja como un fotógrafo improvisado sino que genera las condiciones para poder dar un punto de vista profundo de los rostros o paisajes que su cámara captura. La primera serie proyectada con Lélia, “Otras Américas” (1977-1984), lo trajo de vuelta al continente americano. La distancia del exilio se acortó y pudo recorrer Sudamérica buscando retratar culturas ancestrales. Como consecuencia, vio poco a su mujer y a su primogénito Juliano, quien treinta años después, decidió acompañar a su padre en una aventura fotográfica por el Ártico y realizar esta película.

Otro de los grandes proyectos que la pareja brasilera realizó, “El final del camino” (1984-1986), llevó a Salgado por África para retratar las miserias de los éxodos masivos, los campos de refugiados, el hambre y las enfermedades. Una vez más se demuestra el total compromiso político y social del fotógrafo, quien encontró en esta disciplina la posibilidad de realizar una síntesis de todo lo aprendido en sus estudios económicos. Durante estos años Salgado mantuvo una mirada crítica de la geopolítica que lo incentivó a abandonar por grandes períodos a su familia para ser testigo directo de las injusticias. Esta serie africana es la más escalofriante de la película y recuerda rápidamente al trabajo de Alain Resnais en Noche y niebla (Nuit et bruillard, 1955): Sebastião retrata cuerpos enfermos y sin vida y relata los detalles de los rituales de la muerte en cada comunidad.

El fotógrafo fue testigo cercano de la degradación máxima de la condición humana y esto fue lo que lo condujo a un proyecto que repararía la tradición de su familia y sintetizaría una narrativa del retorno. La familia de Salgado poseía campos en el Amazonas brasilero pero estos quedaron devastados por las sequías. La reconstrucción de este valle verde con la plantación de millones de árboles es el proyecto reparador de la familia. Al darle vida nuevamente a toda esa flora y fauna, de alguna manera pudo transformar positivamente todos los rostros sufrientes que retrató. Quizás en el último tramo la película muestre su costado de propaganda al promocionar al Instituto Terra creado por Sebastião y Lélia para el cuidado del medio ambiente ubicado en el mismo valle. Sin embargo, nada de esto opaca la belleza de la narración de la película, del montaje y de la contundencia de las fotos de Salgado. Wenders y Juliano Salgado son en este caso fotógrafos de un fotógrafo cuando con su cámara filman las expresiones y el trabajo que Sebastião realiza para llegar a la foto que desea. En este sentido la película se asume como performativa y como un vehículo de reflexión que rápidamente excede los límites de lo familiar. Lo que desde el comienzo parece un documental biográfico de un fotógrafo, luego se muestra comprometido a nivel global con lo social, lo ambiental y con los grandes movimientos territoriales.

La sal de la tierra es en sí una película generadora de grandes movimientos territoriales que recopila todos los viajes realizados por Sebastião Salgado para fotografiar y los de Juliano Salgado y Wenders para filmar el documental. Como sucede con los documentales, poco importa qué de lo que se dice es “verdad”: el documental es siempre una construcción y en este caso convergen las subjetividades de tres grandes miradas. ¿Quién es entonces el verdadero documentalista? ¿Wenders, Salgado hijo o Salgado padre? En el viaje por el Ártico, padre e hijo se esconden para tomar fotos de un oso polar. Sebastião, descontento con el lugar en el que están ubicados, afirma que cuando el oso está cerca pueden hacer una foto pero a esa distancia solo tienen un documento y, agrega, no hay nada detrás que embellezca la presencia del oso: afirma que no tienen acción. La sal de la tierra pone en escena detalladamente las acciones que transcurren al momento de la captura de lo real, a la vez que retrata la experiencia comprometida de tres grandes autores a través de un largo diario de viaje.

Lucila Cataife

Ficha técnica

Dirección: Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado. Guión: Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado, David Rosier. Producción: David Rosier. Fotografía: Hugo Barbier, Juliano Ribeiro Salgado. Montaje: Maxine Goedicke, Rob Myers. Música: Laurent Petitgand. Origen: Francia/ Brasil/ Italia. Duración: 110’. 2014.